Quienes quedaron en Nuestra Tierra

Cartas a Ofelia / Crónicas cubanas

Foto: Ischia, vista desde la terraza de nuestro amigo Gió. Al fondo el Vesubio.

Cubamatinal / París, 21 de diciembre de 2020.

Querida Ofelia:

Recibí esta bella crónica desde Italia. La escribió mi hermano Juan Alberto con motivo del aniversario de su llegada a Tierras de Libertad.

Un gran abrazo,

Félix José Hernández.

Ischia, 19 de diciembre de 2020.

Han pasado 27 años y parece que fue ayer. Era la noche del 18 de diciembre de 1993, el fresco de la campiña cubana en invierno se hacía sentir en Rancho Boyeros mientras esperábamos que CUBANA DE AVIACIÓN llamara a los pasajeros del vuelo hacia París, que inexplicablemente salió con casi hora y media de retraso. Eran ya cerca de las nueve y media de la noche y habíamos perdido las esperanzas de ver a nuestros familiares y amigos por última en vez en la terraza del aeropuerto de La Habana cuando bajáramos a la pista. El avión se encontraba a pocos pasos del edificio del aeropuerto frente a la terraza desde donde unos reflectores muy intensos lo iluminaban e impedían ver quienes desde allí saludaban en alta voz. Allí quedaban nuestros recuerdos entre aquellas siluetas que agitaban las manos.

El vuelo estaba completo, sólo nosotros, además de dos críticos de cine y la tripulación, éramos cubanos, todo el resto eran turistas franceses que regresaban a Europa, por lo que nos dimos cuenta de que sólo nuestros familiares y amigos podían haber sido los que estaban en aquella terraza agitando las manos. Ellos nos vieron pero nosotros no a ellos, quizás fue mejor así, se abría paso un silencio profundo ante la incertidumbre de todo lo que comenzaba de ese modo. El sonido de las turbinas del DC10 nos avisó que la nave iniciaba sus maniobras de despegue dirigiéndose hacia la pista central, un fuerte impulso nos pegó a los asientos y vimos como quedaban atrás las luces de la pista como un adiós a los cuatro cubanos que partían en ese vuelo.

El avión comenzó a tomar altura y las aeromozas, todas cubanas, comenzaron a circular por los pasillos. De pronto se me acercó una de ellas, una hermosa joven de piel oscura y una bellísima sonrisa en sus labios, y me susurró al oído: «Cualquier cosa que necesites, no te preocupes, dímelo a mí».

Me di cuenta de que la joven sabía o se imaginaba que éramos una familia cubana que salía para siempre de Cuba sin un centavo en los bolsillos, pues nadie más como un simple cubano mortal subía a esos aviones, a menos que fuera en misión de trabajo al extranjero, y eso me conmovió profundamente. Ella en silencio, me sonreía y apoyó su mano derecha sobre mi hombro, como para darme consuelo y comunicarme un afectuoso saludo cubano en medio de un profundo silencio obligado, so pena de afectarse políticamente en medio de una tripulación donde nadie sabía a ciencia cierta quién era quién.

Cerré los ojos para agradecerle con mi silencio ese consuelo cómplice común a todos los cubanos, sin pronunciar palabra y continuó sonriéndome en una comunicación sin palabras. En mi mente pasó ante mí la interminable lista de personas de piel oscura, de la sangre criolla que fluye por las venas de los cubanos, y que en todo momento de mi vida me dieron cariño sin esperar nada a cambio. Recordé a mis queridos vecinos, blancos, negros y mulatos de La Habana que me habían visto crecer y lloraban nuestra despedida.

Aquello vino a confirmar en mí una vez más que todos los cubanos no somos más que hijos de una tierra donde nace y crece un pueblo del que se enamora todo aquel que allí pone un pie. Nadie puede imaginar quiénes son los cubanos hasta que no los conoce de cerca. Lo mismo hemos experimentado aquí en Italia con el pueblo napolitano o partenopeo, son personas que tienen mucho en común con nosotros, a tal punto que a veces me parece estar entre cubanos cuando en realidad son italianos, quizás sea por las raíces españolas que nos unen. Como el nuestro, es un pueblo espléndido que te abre los brazos sin pensarlo dos veces.

En mi mente he llegado a imaginarme, tras la experiencia de todos estos años compartidos con este pueblo, que los napolitanos son cubanos que se han establecido aquí en el sur de Italia y han aprendido a hablar el napolitano, y que en cambio los cubanos son napolitanos que se han ido a poblar aquella isla remota y querida en el Caribe. Baste pensar en el elevadísimo número de napolitanos que van a Cuba a pasar sus vacaciones y que se sienten allá como en su tierra pero con playas blancas y cocoteros.

Cuánto dolor han sentido las familias del sur de Italia al despedir para siempre a quienes emigraron hacia Australia, a quienes llevaron a este pueblo hasta la Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela, a quienes subieron a los barcos rumbo al Nuevo Mundo y a inicios del siglo XX se embarcaron por millares hacia Estados Unidos y Canadá, a todos los que decidieron irse a la renacida Alemania en los años sesenta, a todos los que están en Austria y Suiza.

La diferencia entre este dolor y el que han sentido los cubanos en el aeropuerto de La Habana al despedir sus familiares y amigos, ha sido una, que los italianos no se iban como en medio de un funeral donde se “enterraba” a quien se iba “para siempre” pues los italianos despedían con dolor a quien partía pero esperaban siempre en un “arrivederci”. El común denominador de quien lloraba en el muelle desde donde partían los barcos con los emigrantes italianos y los cubanos que veían despegar los aviones que se llevaban a los cubanos, como aquellos que se quedaban con las manos apoyadas en las cercas del aeropuerto de Varadero cuando los vuelos del “puente aéreo” despegaban, era uno: el silencio, aquel silencio desgarrador de una soledad que partía el corazón que se hundía en una oración desesperada frente a lo desconocido, mientras el avión se perdía, como el barco, en el horizonte.

Los emigrantes italianos crearon su mundo en la Little Italy en New York y continuaron hablando los diferentes dialectos de la Italia Meridional entre ellos, como los cubanos crearon su Little Havana en Miami y continúan fumando tabacos, jugando al dominó, comiendo frijoles negros, plátanos, tasajo, ropa vieja, vaca frita, ensalada de aguacate y yuca con mojo, conservando las raíces y el recuerdo imborrable del mundo que dejaron a sus espaldas.

Los emigrantes italianos escribían cartas a sus parientes y amigos que quedaban en la península, recibían otras tantas de ellos, escuchaban las transmisiones de radio, como hoy en día disfrutan de la televisión que da la vuelta al mundo deseándoles un “Buon Natale” en italiano con el cariño de todos los que se quedaron aquí.

Los emigrantes cubanos enviaban sus cartas sin saber si jamás llegarían a su destino, lo mismo los que quedamos atrás enviábamos nuestras cartas siempre en silencio, sin saber si llegarían a no al otro lado del mar. El rigor de la sociedad cubana establecía que “no podías querer a quien no quería la patria y se iba”, por lo que cartearse con esas personas era políticamente incorrecto y te imposibilitaba sobrevivir en el orden social de la isla.

Llamar por teléfono era también una odisea a través del famoso 09 de la línea internacional. Muchos vínculos familiares y afectivos se fueron perdiendo poco a poco a través de los años luz de distancia que separaban a “los que se fueron” de “los que se quedaron en nuestra tierra”.

En los años setenta, una entrañable amiga que siempre llevo en el alma y hoy vive en New Jersey, me dijo que lo que estábamos viviendo era la realidad que reflejaba un tema del entonces famoso Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC (Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica), que proclamaba: «qué paga este sudor, el tiempo que se va», al repetir que “Cuba Va”. Claro está, Cuba Va, sí, pero a qué precio… Así fue, el tiempo se llevó todo, como se llevó las fiestas de nuestras familias unidas en la Navidad y el Año Nuevo, la última vez en diciembre de 1968, como se llevó los valores que habían crecido en tantos años de cubanía desde el eminente Maestro Félix Varela pasando por el brillante Apóstol José Martí.

Día a día se fue abriendo una zanja entre “los que están allá” y “los que están afuera” al calor de la distancia impuesta que generaba una diferencia artificial dentro de un mismo pueblo, de un solo pueblo. Es un crimen incalificable, como lo fue el sembrado por la división de Alemania en la postguerra hasta la reunificación en 1989.

Es Navidad hoy en el mundo, estamos en el Tercer Milenio, y pido a Dios por mi pueblo querido, por los que están afuera, por los que están dentro, por Todos y Para el Bien de Todos, parafraseando a José Martí, eterno baluarte de la cubanía a escala mundial.

¡Queridos todos, entrañables amigos de siempre, Feliz Navidad en vuestras familias, y sobre todo mucha salud y felicidad en el próximo año!

Juan Alberto Hernández.”

Hacia el alzamiento en el Escambray de Miguel García Delgado

Cartas a Ofelia / Crónicas cubanas

Foto: El puente sobre el río Yayabo en Sancti Spiritus

Cubamatinal / París, 28 de noviembre de 2020.

Querida Ofelia:

Nuestro viejo y querido amigo Miguel García me envió desde Miami este nuevo testimonio.Te ruego que lo hagas conocer allá en nuestra querida San Cristóbal de La Habana.

Forma parte de las historias ocurridas en el II Frente del Escambray, en los años 1957 y 1958. Todos ellas son verídicas, narradas por sus autores: Eloy Gutiérrez Menoyo, Miguel García Delgado, Roger Redondo, Dr, Armando Fleites, y Felipe Lema. Estas y otras pueden ser leídas en www.camajuani.net, sección biblioteca.

“Eliope, tenía muchos contactos con los revolucionarios, en La Habana. Me llevó un día a la Plaza del Mercado Único y me presentó a un señor, que era el contacto con Anastasio Cárdenas, éste me prometió, que cuando llegara un contacto de la Sierra del Escambray, él, me avisaría y así fue.

  Un buen día, Eliope me dijo:

 —¡Miguel, llegó un mensajero de los alzados del Escambray!

Nos fuimos a hablar con él, en la Plaza del Mercado del Cerro. Anastasio Cárdenas, que era de Camajuaní, era el dueño de la tarima, frente a la cual nos reunimos. Éste le dijo al mensajero que yo estaba quemado y que tenía que irme para la Sierra, pues si me cogían me mataban.

El mensajero estuvo de acuerdo y a partir de ese momento, me pegué a él, como un chicle. Cuando Eliope, vio que nos marchábamos, llamó al mensajero y le dijo:

Procura que él llegue, a las montañas pues si le pasa algo, yo te busco donde quiera, que te metas.

 El mensajero le contesto: —él, llegará a la Sierra, yo, te lo aseguro.

Al mensajero le decían Valdecito, era de Sancti Spiritus. Me dijo que teníamos que ir al hospital, que estaba al otro lado del Castillo del Príncipe, que su señora, estaba bastante enferma. Por lo cual, nos quedamos dos o tres días en La Habana, hasta que nos fuimos para, Sancti Spiritus.

 Cogimos la guagua, por la noche en La Habana y al amanecer del día siguiente, llegamos a Sancti Spiritus. Valdecito me llevó directamente para una casa, que estaba situada en Dolores 60, cerca del río Yayabo, era de la familia Suárez-Orozco, que se componía de su mamá, su hijo Gabrielito, el cual se dedicaba al giro de T.V. y sus hermanas, María Josefa, Belén y Consuelo y otros de los cuales, no recuerdo sus nombres.

En esa casa, me trataron a cuerpo de rey y no querían que me alzara. Al día siguiente, empezaron a llegar amistades de la familia. Como los cubanos, somos muy curiosos, todos querían ver al futuro rebelde. Recuerdo, a las hermanas Brizuelas: Ana Lidia y Gladys. Conocí también a Piro Abreu. En esa casa, fue donde William Morgan, se refugió antes de subir al Escambray. Al segundo día, vino a verme un joven, que no me perdería ni pie ni pisada, durante mi estancia en Sancti Spiritus.

Se llamaba, Manuel Solano (Manolito). Murió en combate, el 27 de diciembre en Trinidad, al igual que Ernesto Valdés Muñoz (Valdecito). Del primer tema que hablé con Manolito, fue de que teníamos que ser muy discretos, hasta el día que yo me alzara. Él me dijo que sería mi guía y protector en el pueblo. Fue uno de los muchos que me ayudaron, en Sancti Spiritus.

Nadie me preguntó, a cuál organización yo pertenecía, ni tampoco yo se lo pregunté a nadie. Todos conspirábamos, contra el régimen de Batista y esa era la única razón de nuestra lucha. Nadie me dijo que lucharíamos para instalar un régimen comunista. Valdecito me iba a ver todos los días y me preguntaba cómo me trataban y si necesitaba algo.

  Yo, le preguntaba que cuándo me subirían a las lomas y él me contestaba:

—Cuando baje el práctico, que es el que manda de allá arriba.

   Un día, me dijo:

   —Para poder alzarte, tienes que tener un arma, para que no seas una carga allá arriba.

   Le contesté: —eso no es problema, yo tengo en Camajuaní, armas.

Ante su gesto de incredulidad, le narré la historia, que en mi pueblo antes de salir huyendo, el jefe del Movimiento 26 de Julio, Carlos Gómez, me había metido en un grupo, que salíamos de noche, por los campos de Camajuaní, a confiscar armas a los guajiros y agregué:

   — Mañana tú te vas para Camajuaní y hablas con Carlos Gómez.

  Yo no sé cómo Manolito lo hizo, pero a los pocos días, me dijo:

  —Miguel mañana temprano nos vamos para Santa Clara pues tenemos una entrevista con Carlos Gómez, en el bufete de abogados de la familia Asensio.

Fuimos a Santa Clara y hablamos con Carlos, el cual muy emocionado me abrazó. Él me quería mucho, pues me conocía desde hacía mucho tiempo, de cuando yo manejaba, la guagua del Central Fe, donde él trabajaba. Nos veíamos a diario, además él era muy amigo, de mi papá y de mi padrastro. En el bufete le explicamos que para que yo pudiera subir a la Sierra, tenía que tener un arma y él, nos dijo que las que teníamos estaban en Camajuaní.

Como Carlos, siempre fue un hombre de palabra, cumplió su promesa. Él y Manolito Solano, habían entrado en contacto y por esa vía, se pudieron alzar otros camajuanenses, gracias a que yo no tenía ningún reparo ni ego para evitar que otros siguieran mi camino, (cosa que no sucedió, con algunos en otras ocasiones).

A los dos días, se apareció en la casa de la calle Dolores 60, Felicio Torres. Él era un chofer de piquera de nuestro pueblo, que pertenecía al Movimiento y nos dijo: – ahí traigo las armas que Carlos Gómez, les envía.

Mandamos a buscar a Manolito Solano y los tres nos montamos en el carro de Felicio y nos fuimos para un poblado, que estaba en la carretera de Sancti Espíritus a Trinidad, llamado Capitolio. Antes de llegar al Cacahual, nos bajamos en una casa y allí dejamos las armas, regresamos a Sancti Spiritus y Felicio se fue para Camajuaní, muy contento al haber concluido con éxito su misión.

Mientras tanto, yo seguía en esa ciudad esperando por el guía que me subiría a las lomas. Manolito Solano todos los días me llevaba a un lugar distinto y por eso pude conocer a bastantes familias en aquella comarca espirituana. Por ejemplo, conocí a la familia Salas-Valdés. La componía la matriarca Celia Valdés, con sus cinco hijos, de los cuales cuatro varones Raúl, Beraldo, Rey, su hermana gemela Reina y el menor Ever Salas Valdés. Todos los hombres se alzaron en armas, contra la tiranía de Batista y si Reina, no fue también, fue porque sus hermanos se lo impidieron. Estos hombres de la familia Salas-Valdés, alcanzaron grados: Beraldo y Raúl, los grados de capitán, Rey y Ever, los de teniente. Todos ellos eran muy valientes y muy serenos, en los combates. También conocí, a la familia de los Duque, la que también tenía a uno de ellos alzado en la Sierra Maestra.

Fui a Zaza del Medio y conocí, a la familia de Aurelio Nazario Sargen. A su hermano Andrés Nazario, lo conocí en una tienda de efectos eléctricos que él tenía en Sancti Spiritus y a partir de aquel momento, lo visité con frecuencia.

(Continuará).

Miguel García Delgado”

Un gran abrazo desde La Ciudad Luz confinada y bajo Toque de Queda a causa de la pandemia del Coronavirus,

Félix José Hernández.

Adiós a Vitea, querido y viejo amigo camajuanense

Cartas a Ofelia / Crónicas cubanas: Obituario

Foto: Vitea al centro, con uno de sus hijos y tres nietos, Miami.

Cubamatinal / París, 5 de octubre de 2020.

Querida Ofelia:

Nuestro amigo don Miguel García me envió esta triste noticia desde Miami:

 “Miami, 4 de octubre de 2020.

Por este medio queremos informarles del sentido fallecimiento ocurrido el pasado sábado 3 de octubre de 2020 en esta ciudad de Miami, de nuestro coterráneo y amigo, Rolando Víctor Vázquez López, (Vitea).

Víctor había nacido el 23 de abril de 1930, por lo que contaba al morir con 90 años de edad.

Él se había dedicado toda su vida en Camajuani al oficio de panadero, y en su juventud perteneció al Movimiento 26 de Julio junto a sus amigos Ramiro Lorenzo y Miguel García, siendo fundador del II Frente del Escambray.

En los años 1970 salió del Cuba al no simpatizar con el régimen. A su llegada a Miami se dedicó al giro de pintor, hasta su retiro.

Por este medio les queremos hacer llegar nuestras condolencias a sus familiares, especialmente a su esposa Daisy Ruiz, a sus 4 hijos, su hermanos Georgina y  Franciscoy a sus sobrinos.

Su servicio fúnebre se celebrará el miércoles 7 de octubre en la funeraria Rivero, sita en la calle 40 y 82 avenida, en el barrio de Westchester, aquí en la ciudad de Miami. Muchas gracias por su asistencia.”

Recuerdo a Vitea y a su esposa Daisy en mi niñez camajuanense con gran simpatía. Su partida me hace recordar la bella canción “Cuando un amigo se va”, de Alberto Cortez: 

Descansa en paz por la eternidad Amigo,

Félix José Hernández.

El secuestro fallido de un avión de Cubana de Aviación

Cartas a Ofelia / Crónicas cubanas

Capitán Eliseo Reyes

Cubamatinal / París, 8 de septiembre de 2020.

Querida Ofelia:

Te envío esta narración que me ha hecho llegar desde Miami nuestro viejo y querido amigo Roger Redondo, excombatiente del Segundo Frente del Escambray contra el régimen de Fulgencio Batista en los años cincuenta:

 “En un vuelo de Cubana de Aviación procedente de Santiago de Cuba con destino a La Habana piloteado por Alberto Baño  (hijo),  iba el pasajero Eliseo Reyes, capitán del Ejército Rebelde, que fuera de la confianza de Ernesto Guevara (Che). Había sido también de los integrantes de la Columna 8 Ciro Redondo. Natural del pueblo de San Luis,  razón por la cual a Eliseo sus compañeros le apodaban ‘San Luis’, antes de pasar al ejército fue el primer jefe de la policía de Sancti Spíritus.

Cuando el avión estaba sobrevolando el límite de la provincia de Las Villas con Matanzas, el Capitán San Luis,  como ya había estado conversando con el piloto antes de despegar, no le fue raro al resto de los pasajeros que se levantara y fuera hasta la cabina del avión, donde sacó la pistola y le ordenó al piloto que desviara el avión hacia Miami.

El piloto sabía que Eliseo Reyes no tenía conocimiento alguno del idioma inglés  y le informó que antes tenía que llamar a la torre de control del aeropuerto de Miami.

En un corto mensaje en inglés pidió que informaran la situación que él estaba confrontando y pedía permiso para aterrizar en Cárdenas, haciendo creer al capitán que era Miami.

Rápidamente, Fidel Castro fue informado de la situación desde la cabina del avión, aunque en los aviones viajaba de civil personal de la Seguridad del Estado G-2 no se pudieron percatar de lo que estaba sucediendo dentro de la cabina.

Fidel Castro desde La Habana estaba dando instrucciones sobre que él viajaría a Varadero, que se demoraría más de una hora en llegar. Ordenó que como era de noche gastaran gasolina dando vueltas para que no se diera cuenta el Capitán San Luis, y creyera que para el llegar a Miami se tomaría más tiempo.

Poco antes de llegar al aeropuerto de Cárdenas el piloto le dijo al  Capitán San Luis que los americanos, por motivos de seguridad,  exigían que todos los pasajeros bajaran con el piloto y la lista de pasajeros. Acto seguido la policía de emigración americana subiría al avión para sus trámites de exilio político. Al capitán San Luis  le pareció bien  y lo aprobó.

Cuando todos salieron, el propio Fidel Castro con un altoparlante le pidió al capitán San Luis que saliera con las manos en la cabeza, que él le garantizaban que no se le iba a dar ningún castigo.

Y así fue, después de unos días en La Habana, el propio Fidel lo llevó hasta el campamento de entrenamiento que el Che tenía en Isla de Pinos. El final de la historia del Capitán Eliseo Reyes fue que murió en combate en Bolivia.” Capitán Roger Redondo González

Un gran abrazo desde estas lejanas tierras,

Félix José Hernández.

Goya or not Goya, that is the questions

Cartas a Ofelia / Crónicas cubano-americanas

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Cubamatinal / París, 13 de julio de 2020.

Estimados amigos:

Se anuncia el “Combate del Siglo” entre una lata de frijoles blancos Goya y una de frijoles negros Conchita. El árbitro será la sazón tropical Badía. Visto los cientos de miles de personas que participarán a este Histórico Momento, se está buscando un lugar dónde se pueda realizar dicho acontecimiento, digno ejemplo del surrealismo tropical. Ya las cadenas de televisión de casi todo el Mundo desean transmitir en directo el combate a latazo limpio. Lo único que podría impedir este acontecimiento digno de entrar en los Anales de la Historia de la Humanidad, sería que la aplanadora de la Calle 8 fuera a destruir todas las latas de productos similares a los de la Heroica Goya.

¡Y que la mejor lata gane!

Por otra parte, se han descubierto daños colaterales para el clima por el aumento del consumo de frijoles negros Goya en la Florida.

Hay un llamado urgente de los científicos ante la masa de gases que se está elevando desde hace poco hacia la capa de ozono desde la Florida. Según fuentes serias se estima que este fenómeno se deba a las flatulencias de los seres humanos, a causa de la gran cantidad de frijoles negros Goya que está consumiendo.

Las flatulencias son un proceso habitual que se produce cuando el gas es liberado en las reacciones químicas de la digestión.

Hasta ahora eran los gases emitidos por los intestinos de las vacas en parte responsables del efecto invernadero. Cada uno de estos animales, y hay millones de ellos, produce a diario entre unos 3 y 4 litros de gas metano, además del óxido nitroso.

Las vacas y los comedores de frijoles negros Goya, son serios responsables del cambio climático. Ambos están poniendo en peligro el clima.

Por favor, coman otros productos que no sean frijoles: ¡Evitemos el cambio climático!

Saludos cordiales desde La Ciudad Luz,

Félix José Hernández.

Nota bene: Cuentan que a Mr. Trump y a Melania les gustan los frijoles negros Goya con ropa vieja y tostones.


Artículos del Autor

Felix Jose Hdez

Crónicas coleccionables. Libros “Cartas a Ofelia”

Cartas a Ofelia es una interesante colección de crónicas escritas durante muchos años por el profesor Félix José Hernández, desde su llegada a París a principios de los años ochenta del pasado siglo XX. Incluye recuerdos de su niñez y juventud en Cuba, así como las memorias del destierro y de la vida en Europa y Estados Unidos. El catálogo de las memorias es inmenso e incluye sus entrevistas a numerosas personalidades y ciudadanos de a pie. Permite recorrer gran cantidad de países desde la óptica de sus frecuentes viajes y cruceros marítimos, o como señala el autor; “cruzar fronteras”. La colección es una verdadera joya literaria que ha recibido numerosos premios internacionales. La recomendamos. Copyright 2011 Cartas a Ofelia. Félix José Hernández Valdés

Ⓒ Cubamatinal (Libre descarga citando la fuente)

 

Día de la Madre de 2020. Carta y versos de José Martí a su madre

Cartas a Ofelia / Carta y versos de José Martí a su madre

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  Desde la cárcel José Martí envió esta foto a su madre y otra a su amigo Fermín Valdés Domínguez. Las dedicó con versos.   

 

 

Cubamatinal / París, 10 de mayo de 2020.

Día de la Madre.

Querida Ofelia:

Te envío como regalo, a ti que has sufrido tanto con la partida de tus hijos hacia el destierro, con tantas humillaciones y bajezas por parte de los “compañeros” del abyecto régimen de los Castro, esta carta y estos versos del más grande los cubanos.

“10 de Noviembre (1869)

Madre mía:

Hace dos días que escribí a V. con un francés que viene a ver a los Domínguez, no el que fue allá, y me ha dicho que no ha podido llevar la carta. Me prometió llevarla. Dígame si va.

Anteayer también escribí a V.; pero no he tenido con quien mandar las cartas y no quiero que pasen en la cantina por la puerta. Como escribo a V. hoy rompo la carta de antier. Ayer estuvo aquí el Fiscal y me preguntó con bastante interés por mi causa y su estado. Le dije lo que sabía; pero es muy extraño esto de que el que me ha de juzgar tenga que preguntarme por qué estoy preso. Según me ha dicho, alguien le ha hablado de mí. Los Domínguez y Sellén saldrán al fin en libertad, y yo me quedaré encerrado. Los resultados de la prisión me espantan muy poco; pero yo no sufro estar preso mucho tiempo. Y esto es lo único que pido. Que se ande aprisa, que al que nada hizo, nada le han de hacer. A lo menos, de nada me podrán culpar que yo no pueda deshacer.

Mucho siento estar metido entre rejas; pero de mucho me sirve mi prisión. Bastantes lecciones me ha dado para mi vida, que auguro que ha de ser corta, y no las dejaré de aprovechar. Tengo 16 años, y muchos viejos me han dicho que parezco un viejo. Y algo tienen razón; porque si tengo en toda su fuerza el atolondramiento y la efervescencia de mis pocos años, tengo en cambio un corazón tan chica como herido.Es verdad que V. padece mucho ; pero también lo es que yo padezco más. ¡Dios quiera que en medio de mi felicidad pueda yo algún día contarle los tropiezos de mi vida!

Estoy preso, y esta es una verdad de Perogrullo, pero nada me hace falta, sino es de cuando en cuando 2 ó 3 rs. para tomar café; pero hoy es la primera vez que me sucede. Sin embargo, cuando se pasa uno sin ver a su familia ni a ninguno de los que quiere, bien puede pasar un día sin tomar café. Papá me dio 5 ó 6 rs. el Lunes. Di 2 ó 3 de limosna y presté 2. Tráiganme el Domingo a alguna de las chiquitas.

Esta es una fea escuela; porque aunque vienen mujeres decentes, no faltan algunas que no lo son. Tan no faltan, que la visita de 4 es diaria. A Dios gracias el cuerpo de las mujeres se hizo para mí de piedra. Su alma es lo inmensamente grande, y si la tienen fea, bien pueden irse a brindar a otro lado sus hermosuras. Todo conseguirá la Cárcel menos hacerme variar de opinión en este asunto. En la Cárcel no he escrito ni un verso. En parte me alegra, porque ya V. sabe cómo son y cómo serán los versos que yo escriba.

Aquí todos me hablan del Sr. Mendive, y esto me alegra. Mándeme libros de versos y uno grande que se llama ‘El Museo Universal’.

Dele su bendición a su hijo.

Pepe

A su madre Doña Leonor Pérez:

Mírame, madre y por tu amor no llores,

Si esclavo de mi edad y mis doctrinas,

Tu mártir corazón llené de espinas,

Piensa que nacen entre espinas flores.

A Fermín Valdés Domínguez:

Hermano de dolor, no mires nunca

En mí al esclavo que cobarde llora,

Ve la imagen robusta de mi alma

Y la página bella de mi historia”.

En 1868, José Martí escribió probablemente sus primeros versos y los dedicó a su madre:

“A MI MADRE

Madre del alma, madre querida,

Son tus natales, quiero cantar;

Porque mi alma, de amor henchida,

Aunque muy joven, nunca se olvida

De la que vida me hubo de dar.

Pasan los años, vuelan las horas

Que yo a tu lado no siento ir,

Por tus caricias arrobadoras

Y las miradas tan seductoras

Que hacen mi pecho fuerte latir.

A Dios yo pido constantemente

Para mis padres vida inmortal;

Porque es muy grato, sobre la frente

Sentir el roce de un beso ardiente

Que de otra boca nunca es igual.”

Querida Ofelia: Solo me queda decirte que te amo y te amaré hasta más allá del final de mi tiempo. Como cada año desde que partiste, en este día tengo una vela encendida junto a una orquídea morada, tu flor preferida.

Félix José Hernández.

Nota bene: Esta crónica aparece en mi libro “Memorias de Exilio”. 370 páginas. Les Éditions du Net, 2019. ISBN: 978-2-312-06902-9

 

 

Mi madre siempre sembró Amor, la de Silvio sigue sembrando odio más feroz

Cartas a Ofelia / Crónicas cubanas

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Cubamatinal París, 10 de mayo de 2020.

Querida Ofelia,

Hoy se celebra el Día de las Madres. Recuerdo que mi madre ponía sobre el pecho de mi hermano y el mío un botón de rosa roja ese día. También como un señor que vivía al doblar de la esquina de mi casa en el terruño caribeño de Camajuaní, salía ese día vestido con guayabera blanca de lino, lazo, sombrero de Panamá y una gran rosa roja en la solapa. Aquello desataba las críticas de los que lo conocían ya que nunca se había ocupado de su madre.

Un viejo amigo me envió el enlace para que pudiera escuchar la canción en la que el «compañero» cantautor oficial del régimen cubano Silvio Rodríguez, le pide a su Madre: «que su nostalgia se vuelva el odio más feroz«.

Para él su Madre es la Patria (Castro) y la Revolución. Me pregunto cuántas decenas de miles de madres cubanas siguen sufriendo a causa de La Madre de Silvio. Sus hijos fueron a parar a los campos de las U.M.A.P y a las cárceles. ¿Cuántos de sus hijos han perdido la vida por tratar de dar la Libertad a nuestra sufrida Patria? ¿Cuántos habrán muerto torturados y asesinados por los que consideran a tu Madre como la de ellos Silvio? ¿Cuántos han sido fusilados o han muerto en el Estrecho de la Florida tratando de llegar a Tierras de Libertad? ¿Cuántos murieron cuando fueron enviados como “carne de cañón” a las guerras africanas en Angola y Eritrea, a las guerrillas de la América Latina e Indochina?

Silvio, mi madre fue símbolo de Amor, su gran nostalgia nunca se convirtió en el odio más feroz como tú le pides a la tuya. No hay calificativo en la lengua de Cervantes que pueda designar a alguien que quiera sembrar el odio en el corazón de las madres.

Un gran abrazo desde París con gran cariño,

Félix José Hernández.

 

Carta desde Miami del Capitán Roger Redondo González.

Cartas a Ofelia / Crónicas cubanas

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Miami, 2014. De izquierda a derecha: el poeta Yndamiro Restano, Félix José Hernández, el Dr. Comandante Armando Fleites (+) y Roger Redondo González

 

Cubamatinal / París, 3 de mayo de 2020.

Querida Ofelia:

Nuestro viejo y querido amigo ex guerrillero del Segundo Frente del Escambray contra el régimen de Fulgencio Batista, el Capitán Roger Redondo, me envió la siguiente carta:

«Miami, 1° de mayo de 2020.

Estimado amigo:

¿Será comunista? ¿Será socialista? La respuesta es: ¡No!

Soy un estoico, total y completo de nacimiento. Así nací. La naturaleza es lo mío. Para mí el oro no tiene ningún valor. Con el tiempo supe que Sócrates era estoico. No lo estudié. Yo no tuve forma de estudiar.

La muerte no es mala, es natural. Es por ello que siento tanta simpatía por los que son médicos por vocación. Cuando llegue la muerte no me va a sorprender, la estaré esperando… ojalá con una sonrisa.

Es a la virtud y a la razón a las que siempre seré fiel.

Iré a vivir al monte, a dormir rodeado de árboles, mirando las estrellas.

¡Qué techo tan lindo! ¡Brillante! Escucharé el rugir del jaguar, y de los coyotes durante la noche. Mientras que por el día oiré el canto de los tucanes, de las bandas de loros y de las aves de mil colores.

Viviré estoicamente y nadie me va a doblegar, ni me pondrá de rodillas.

Mi cuna fue una hamaca de yute, lo que para mí es un honor y de ello me siento muy orgulloso.

Un gran abrazo,

Roger Redondo González.»

La infame lista de firmas encabezada por la de Alicia Alonso

Cartas a Ofelia /  Ciertamente para no olvidar la vocación genuflexa de artistas e intelectuales «revolucionarios».

aalonso

Cubamatinal / París, 19 de octubre de 2019.

Querida Ofelia:

Te envío un documento que podríamos titular «Algo para recordar”:

“Ocho días después del juicio sumario y fusilamiento de los jóvenes Enrique Copello Castillo, Bárbaro Leodat Sevilla García y Jorge Luis Martínez Isaac, por intentar secuestrar una embarcación para escapar de Cuba, un grupo de intelectuales cubanos divulgó una carta pública respaldando tácitamente la drástica acción del gobierno de Fidel Castro.

«CARTA DE INTELECTUALES CUBANOS FRENTE A LOS ATAQUES A LA REVOLUCIÓN

Mensaje desde La Habana para amigos que están lejos

En los últimos días, hemos visto con sorpresa y dolor que al pie de manifiestos calumniosos contra Cuba se han mezclado consabidas firmas de la maquinaria de propaganda anticubana con los nombres entrañables de algunos amigos. Al propio tiempo, se han difundido declaraciones de otros, no menos entrañables para Cuba y los cubanos, que creemos nacidas de la distancia, la desinformación y los traumas de experiencias socialistas fallidas.

Lamentablemente, y aunque esa no era la intención de estos amigos, son textos que están siendo utilizados en la gran campaña que pretende aislarnos y preparar el terreno para una agresión militar de los Estados Unidos contra Cuba.

Nuestro pequeño país está hoy más amenazado que nunca antes por la superpotencia que pretende imponer una dictadura fascista a escala planetaria. Para defenderse, Cuba se ha visto obligada a tomar medidas enérgicas que naturalmente no deseaba. No se le debe juzgar por esas medidas arrancándolas de su contexto.

Resulta elocuente que la única manifestación en el mundo que apoyó el reciente genocidio haya tenido lugar en Miami, bajo la consigna Irak ahora, Cuba después, a lo que se suman amenazas explícitas de miembros de la cúpula fascista gobernante en los Estados Unidos.

Son momentos de nuevas pruebas para la Revolución cubana y para la humanidad toda, y no basta combatir las agresiones cuando son inminentes o están ya en marcha.

Hoy, 19 de abril de 2003, a cuarenta y dos años de la derrota en Playa Girón de la invasión mercenaria, no nos estamos dirigiendo a los que han hecho del tema de Cuba un negocio o una obsesión, sino a amigos que de buena fe puedan estar confundidos y que tantas veces nos han brindado su solidaridad.

Firmado por:

Alicia Alonso

Roberto Fernández Retamar

Miguel Barnet

Julio García Espinosa

Leo Brouwer

Fina García Marruz

Abelardo Estorino

Harold Gramatges

Roberto Fabelo

Alfredo Guevara

Pablo Armando Fernández

Eusebio Leal

Octavio Cortázar

José Loyola

Carlos Martí

Raquel Revuelta

Nancy Morejón

Silvio Rodríguez

Senel Paz

Humberto Solás

Amaury Pérez

Marta Valdés

Graziella Pogolotti

Chucho Valdés

César Portillo de la Luz

Cintio Vitier

Omara Portuondo.”

 

Un gran abrazo,

Félix José Hernández.

Invisibles triángulos de muerte. Con Cuba en la memoria

Cartas a Ofelia / Crónicas cubanas

betania

 

Cubamatinal / París, 22 de diciembre de 2018.

Querida Ofelia,

El autor nos muestra a todo lo largo de su libro, el amor y la nostalgia que siente por su terruño, su amado Güines, por medio de tantas anécdotas sobre la vida cotidiana durante su niñez y adolescencia e los años cincuenta e inicios de los  sesenta.  Plasma con gran savoir faire tantos recuerdos, que parece como si hubiésemos conocido al pueblo y a sus gentes.

Recomiendo su lectura a todos los que se interesan a la vida en nuestra Cuba, donde  todo no era blanco ni negro, sino que había muchos matices y como el régimen instalado por los Castro en 1959 destruyó todo lo que amábamos hasta entonces y, que hoy forma parte -desde el exilio-,de nuestro patrimonio nostálgico.   

« De repente, Luisito se despertó mojado. Sudaba a chorros,  un maloliente líquido le recorría todo su cuerpo, cuando escuchó su nombre y apellidos. ¡Le había llegado su turno! Apenas pudo despedirse de los otros compañeros que abarrotaban la celda del presidio político. Ni siquiera escuchaba las palabras de su amigo el cura que deseaba confortarlo. Ya pegado al paredón, sintió un escalofrío y simuló una mueca al pensar: “Esta es la Revolución por la que estuve dispuesto a dar tantas veces mi vida”.

 A lo lejos vislumbra el resplandor de unos fusiles nerviosos que se movían por la ansiedad de los ejecutores de aquella forma que ya había visto con anterioridad en el cuartel de su pueblo, dibujando invisibles triángulos de muerte.

Recordó al capitán y al sargento Hermenegildo: ¿qué sería de ellos, los habrán fusilado también, estarán presos, habrán logrado exiliarse? Ahora le tocaba a él, estaba solo frente a la Historia. El estruendo de los fogonazos interrumpió el silencio macabro de aquella madrugada. »

En Invisibles triángulos de muerte. Con Cuba en la memoria, Felipe Lázaro reúne catorce relatos que transcurren en su ciudad natal (Güines), donde rememora su infancia en los convulsos finales de la década de los 50 y en los dos vertiginosos primeros años de la Revolución cubana, a principios de los 60. Memoria y autoficción se aúnan en este libro, para conformar un retablo de cuentos que plasman una viva remembranza de una Cuba ida, pasada, que contrasta con las ruinas actuales –de toda la Isla– y que, en definitiva, confirma el innegable fracaso del régimen del 59. Recuerdos y creación que se unen en este puñado de narraciones y confeccionan el mosaico de una cuentística de la nostalgia y de la niñez.

« Mientras, la policía avanza lentamente hacia el encuentro con los jóvenes. Los gendarmes van serios, sudorosos, pero seguros; son la autoridad. Sus órdenes son estrictas: proteger la estación policial a toda costa y disolver la manifestación, dar unos cuantos golpes para escarmentar a la masa estudiantil y arrestar a unos cuantos, quizá a los más beligerantes para interrogarlos y obtener alguna supuesta valiosa información.

–¡Cojones, están armados con Thompson, nos van a acribillar! ¡Que no se mueva nadie! Juan, di algo. Si no podemos llegar al parque, aquí mismo les largamos el discurso.

Durante un larguísimo instante hay un eterno silencio, interrumpido por la voz del joven presidente de los estudiantes del Instituto, que desde el caballo pinto, grita:

–Compañeros, ahí están los esbirros de la tiranía, defensores del déspota que ensangrienta a la nación. Los estudiantes, una vez más, estamos en la vanguardia de esta lucha. Somos, en realidad, el futuro de la patria –y al ver que los policías no avanzan, sino que corren con pistola y palo en mano, termina con un sonoro: ¡Libertad o Muerte!–que todos repiten, hasta que de repente se siente un brusco tirón y empiezan a avanzar como si estuvieran bailando una contagiosa conga.

Los estudiantes lanzan piedras y botellas a la muralla policial y reparten octavillas entre los transeúntes o paseantes que contemplan la manifestación desde las aceras o las tiran al aire, quedando regadas por la calle y por los portales de las casas y en las entradas de algunos negocios, hasta que una ráfaga de ametralladora corta el aire y la respiración de todos: policías, estudiantes y público en general. »

 « Parte de mi familia sí se exilió y muchos parientes y casi todos mis amigos. ¡De Güines se fue hasta el gato! Esto me recuerda la respuesta que le dio la gran poeta cubana Dulce María Loynaz a una periodista que le preguntaba lo mismo, Dulce María le respondió: “Yo soy hija de un general mambí, que se vayan ‘ellos’”. “Ellos” son los gobernantes, que sobran cuando un pueblo emigra; como nos enseñó Martí. En 1959, al triunfo de la Revolución, Güines tenía 40.000 habitantes, más o menos, de los cuales mucho más de la mitad, yo diría que la gran mayoría, ha optado por el destierro desde entonces. O sea, que se fueron miles de güineros, familias enteras. Por esa espantada del pueblo, desde los años 60, Güines se ha repoblado con campesinos de los alrededores y, sobre todo, con cubanos de otras provincias, como los orientales. Fíjate, yo voy caminando por las calles de Güines y voy recordando: Ahí vivía fulano, allí mengano. en esa esquina residía la familia tal, esa casa era de… Todavía se pueden leer las tarjas de médicos, abogados, dentistas y otros profesionales que se fueron y sus casas o despachos están ocupados por otros. Y lo más dramático es que muchos de estos exiliados jamás volvieron a ver a sus abuelos, a sus padres, a sus tíos, a sus hermanos, a sus primos. »

Felipe Lázaro (Güines, 1948). Poeta y editor cubano. Salió de  Cuba en agosto de 1960. Entre 1961 y 1967 residió en Puerto Rico y, desde entonces, en España. Es Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid y graduado en la Escuela Diplomática de España. Fue uno de los fundadores de las revistas madrileñas Testimonio (1968), La Burbuja(1984) y  Encuentro de la cultura cubana(1996); además del periódico  La Prensa del Caribe (1997). Perteneció al Consejo Editorial de la  Revista Hispano Cubana y del  Boletín del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, publicados en editorial la capital española. En 1987 obtuvo la Beca Cintas y fundó la  Editorial Betania.

Autor de seis poemarios, de varios libros sobre Gastón Baquero y de diversas antologías sobre la poesía cubana del exilio. Sus últimos títulos publicados son: Indómitas al sol. Cinco poetas cubanas de Nueva York. Antología crítica (2011), Conversaciones  con Gastón Baquero (2014) y Tiempo de exilio. Antología poética, 1974-2016 (2016).

Invisibles triángulos de muerte. Con Cuba en la memoria. 21 x 13 cm- 162 páginas. © Felipe Lázaro Álvarez Alfonso, 2017. Editorial Betania. Colección Narrativa.     ISBN: 978-84-8017-370-4

Te lo haré llegar por la vía que suelo hacerlo, para que después de leerlo, lo hagas circular entre nuestros familiares y amigos.

Un gran abrazo desde La Ciudad Luz,

Félix José Hernández.