El Niño de Elche. Auto Sacramental Invisible en el Museo Reina Sofía

Cartas a Ofelia / Crónicas hispanas

Foto de Joaquín Cortés / Román Lores. Archivo fotográfico del Museo Reina Sofía

Cubamatinal / Madrid, 8 de octubre de 2020.

Querida Ofelia;

En el marco del programa Fisuras, el Área de Colecciones del Museo Reina Sofía ha emprendido, junto con Niño de Elche (Francisco Contreras, Elche 1985), el proyecto Auto Sacramental Invisible. Una representación sonora a partir de Val del Omar. La propuesta concebida por el artista ilícita no se inspira libremente en la obra Auto Sacramental Invisible realizada a principios de la década de los 50 del siglo pasado por José Val del Omar (Granada, 1904 -Madrid, 1982),uno de los autores fundamentales de la Colección del Museo. El resultado final incorpora, en una compleja síntesis, componentes teatrales y musicales que, en la interpretación propuesta por Niño de Elche se manifiestan a través de una pluralidad de voces que se orientan simultáneamente tanto hacia la España de 1952 que vio nacer la obra original, como a este año 2020 en que el Museo Reina Sofía acoge, en primicia, su presentación en el Espacio 1 del edificio Sabatini hasta el próximo mes de abril.

Niño de Elche es uno de los artistas más heterodoxos del panorama cultural nacional. Reconocido por su faceta principal como cantante, su trabajo engloba la búsqueda de nuevas propuestas para conseguir aunar disciplinas tan dispares como el flamenco, la performance, la música electrónica o el rock. De ahí sus colaboraciones con bailaores como Israel Galván, grupos de rock instrumental como Toundra o bandas tan representativas como Los Planetas, con los que creó el grupo “Fuerza nueva”. Actualmente está inmerso en un proyecto global basado en la investigación del legado sonoro de Val del Omar, del que ésta relectura personal que presenta en el Reina Sofía es una parte destacada.

Origen del Auto Sacramental Invisible de Val del Omar

En el año 1949 Val del Omar comienza a componer el Auto Sacramental Invisible a modo de instalación sonora, y en 1952 se presenta de manera parcial en el Instituto de Cultura Hispánica (ICH). Concibe este dispositivo en perfecta articulación con un elaborado guion que distribuye minuciosamente el sonido (voces, músicas, ruidos diversos…) a través de más de una decena de altavoces, lo que supone una propuesta artística con un desarrollo tecnológico muy avanzado para la época. Además, se considera como una suerte de «eslabón perdido» dentro de la evolución estética de su obra. “Desde el año 2014 vengo entablando diferentes acercamientos a la obra siempre inacabada y, por ende, abierta de Val del Omar. Aproximaciones que en su mayoría fueron formalizadas como improvisaciones vocales inspiradas en la rítmica visual generada, sobre todo, de sus variados y valiosos ejercicios fílmicos registrados en formato Super-8. En cambio, y a lo que se refiere a mi desbordamiento vocal y sonoro, mi práctica consistía en diversos intentos o ensayos de mimetizar las bandas sonoras valderomarianas con la maquinaria de mis voces, lo que podría ser considerado como una experiencia cíborg”, explica Niño de Elche.

El Auto supone la culminación de los experimentos en electroacústica (el almacenamiento, la amplificación o transformación, y la repetición del sonido a partir de medios eléctricos) a los que Val del Omar dedicó buena parte de la década de los años cuarenta, e introduce algunas de las preocupaciones que marcarán su producción cinematográfica durante las siguientes décadas. Esta obra ayuda a explicar el salto entre el joven cineasta y fotógrafo cercano al realismo documental y vinculado a las Misiones Pedagógicas, y el Val del Omar ya plenamente cinemista, abstracto y poético que a partir de 1954 presentará, con su Aguaespejo granadino, ese “opus magnum” que es el Tríptico elemental de España.

Contextualización histórica

El montaje final que se puede ver ahora en el Reina Sofía consta de dos partes bien diferenciadas. Por un lado, una primera sala de contextualización histórica y documental alrededor de la creación del Auto Sacramental por parte de Val del Omar, de la que se ha encargado Lluís Alexandre. Se exhiben dos páginas de uno de los cuatro guiones que hizo el artista con notas y apuntes a mano que intentaban explicar de manera concreta como había que articular la voz para conseguir la tonalidad deseado “acto primero: voces resonantes con un tono envolvente” son algunas de las frases que se pueden leer en sus guiones. Pero como reconoce Niño de Elche “sus metáforas poéticas son imposibles de llevar a la realidad, de ahí que haya hecho una reinterpretación libre”.

Continuando el recorrido de esta sala encontramos invitaciones de aquella presentación del año 1952, fotografías de la revista del ICH de cuando se inauguró el edificio, los libros que tenía Val del Omar relacionados con asuntos del sonido y la música(Ciencia y música), patentes de marca de varios inventos que realizó o los documentos que muestran los encargos que hizo para Radio Nacional de España, donde trabajó entre 1946 y 1949.También vemos material gráfico que demuestra la importancia que tuvo para la difusión de la propaganda política la utilización del sonido.

Este primer espacio expositivo nos explica además, cómo funcionaban las Misiones Pedagógicas de la época en la parte relacionada con el sonido, de las que formó parte el creador granadino. Los integrantes de las Misiones iban a los pueblos con material para poder reproducirla música y las canciones populares con el fin de acercar ese acervo cultural a todo tipo de públicos. Para ello utilizaban un gramófono que indistintamente servía para escuchar la música o para grabar la manera de hablar de los habitantes que visitaban.

El Auto Sacramental reinterpretado por Niño de Elche

El segundo espacio es la instalación sonora que ha realizado Niño del Eche a partir del trabajo de Val del Omar. Los Auto Sacramentales son piezas de teatro de temática religiosa de un solo acto que en el siglo XVII estuvieron muy de moda. Por lo general, la gente era analfabeta y los Autos eran utilizados para narrar la vida y milagros de los personajes religiosos. Autores tan significativos como Calderón de la Barca tienen varias obras de este estilo, y de hecho Val del Omar, recurre a La vida es sueño de Calderón o a escritos de Federico García Lorca como referencias para su composición

Niño de Elche y su equipo han partido de los guiones originales de Val del Omar para hacer una relectura y crear su propia versión de aquella pieza. No hay referencias de la parte musical de la presentación parcial que hubo en el año 1952 en el ICH, por lo que ha actuado con total libertad para incluir versos suyos o frases que aparecen en los guiones y que ha readaptado: “alégrate del dolor y del placer” es una frase que está en el guión original, y que el artista ilicitano canta.

A la hora de acometer la escenografía, Lluís Alexandre se ha inspirado en lo que se cree que fue la puesta en escena del ICH: “Al entrar en la instalación, -explica Lluís- el visitante descubrirá una estructura alámbrica colonizada por marañas de cables, focos y bombillas empalmados con regletas y enchufes. De esta estructura cuelgan quince altavoces (en los guiones originales se hablaba de 12), cuyos pabellones se precipitan desafiantes sobre el visitante, como hicieran los altavoces militarizados de La Voz del Frente o del Circuito Perifónico. Ornamentados con bombillas de feria, los altavoces se transforman en lámparas votivas”.

Se cree que la representación del año 52 en el Instituto fue similar a la de un montaje teatral, de ahí que, para favorecer la sensación de estar asistiendo a una representación escénica, en la sala se han dispuesto dos hileras de cuatro butacas para que el espectador pueda sentarse, aunque la idea de Niño de Elche es que el visitante pueda también deambular por la sala y se deje envolver por la instalación sonora y el montaje de luces.

Lo que sí se sabe de la puesta en escena en el ICH es que allí había una gran cortina alrededor del escenario, y esa gran cortina se ha transformado en el Museo en una tela negra de grandes dimensiones que envuelve toda la sala con un estampado de decoración vegetal y animal inspirada en los motivos de los jardines de la Alhambra de Granada. Otro de los elementos decorativos de estas grandes telas se inspira en la bomba nuclear. Val del Omar estaba obsesionado con este dispositivo, por lo que el equipo creativo ha decidido que estas telas rematen su decoración con la simulación de las imágenes de manchas térmicas nucleares.

FECHAS: 7 de octubre de 2020 / 26 de abril de 2021

LUGAR: Edificio Sabatini. Espacio Uno

ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

PROYECTO: Francisco Contreras (Niño de Elche)

EQUIPO COLABORADOR: Miguel Álvarez-Fernández en el guión, diseño sonoro y producción musical; Lluís Alexandre Casanovas Blanco en la contextualización histórica, guión y diseño arquitectónico; Carlos Marquerie y David Benito en la iluminación y Juan Andrés Beato en la ingeniería del sonido.

COORDINACIÓN: Almudena Díez.

Un gran abrazo desde nuestra querida y culta España,

Félix José Hernández.

El Museo Nacional del Prado celebra el Día Internacional de las Lenguas de Signos

Cartas a Ofelia / Crónicas hispanas

Ilustración: El Descendimiento Rogier van der Weyden Antes de 1443. Óleo sobre tabla. 204,5 x 261,5 cm. Madrid, Museo Nacional del Prado. Depósito de Patrimonio Nacional.

Cubamatinal / Madrid, 22 de septiembre de 2020.

Querida Ofelia:

El Museo Nacional del Prado celebra el Día Internacional de las Lenguas de Signos con el responsable de “El Prado para todos”, programa de Prado Educación destinado a promover la participación de todos los colectivos vinculados con la diversidad o con entidades sociales, que contará con la colaboración de una intérprete de LSE.

Santiago explicará El Descendimiento de Van der Weyden y comentará las líneas generales del curso 2020-2021 de “El Prado para todos” que ofrecerá alternativas de participación muy flexibles, incluyéndolas sesiones de trabajo a distancia a través de herramientas tecnológicas. Las distintas actividades accesibles que se ofrecen en este programa, que cuenta con Samsung como colaborador tecnológico, son:

  • Te quiero en pintura: retratos con emoción. Recomendada para grupos de personas mayores de 65 años o con deterioro cognitivo.
  • Sui géneris. Arte, publicidad y estereotipos. Recomendada para Centros Ocupacionales, Colegios de Educación Especial y Centros de Rehabilitación Psicosocial.
  • Los sabores del Prado. Recomendada para grupos de personas con Trastornos del Espectro Autista (TEA) y grupos de población migrante o refugiada.
  • Invencibles en el Prado. Recomendada para grupos de personas con discapacidad física, daño cerebral adquirido y otros grupos de personas en situación de vulnerabilidad.

La inscripción en las actividades para el curso 2020/2021 se abre al público el próximo 1 de octubre.

Un gran abrazo desde nuestra querida y culta España,

Félix José Hernández.

Georges Didi-Huberman en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

Cartas a Ofelia / Crónicas hispanas

Georges Didi-Huberman

Cubamatinal / Madrid, 18 de septiembre de 2020.

Querida Ofelia:

El filósofo e historiador de arte, Georges Didi-Huberman, autor de numerosas publicaciones sobre la historia y la teoría de las imágenes, presentará en el Círculo de Bellas Artes dos volúmenes. Uno centrado en la fenomenología y la antropología de los gestos de levantamiento y otro en el que se interroga sobre las formas en las que Georges Bataille se aproximó al arte, a través de un recorrido por múltiples obras del escritor y pensador francés.

Presentará el acto Juan Miguel Hernández León, presidente del CBA

La presentación se podrá seguir por streaming a través de este enlace:

Presentación Didi-Huberman

Desear. Desobedecer

Lo que nos levanta, vol.1

Editorial Abada

Este libro es un ensayo de fenomenología y de antropología –y hasta una poética- de los gestos de levantamiento. Interroga a los cuerpos con la psique a través del vínculo profundo, paradójico, dialéctico, que se instaura entre el deseo y la memoria. Al igual que hay un “lo que nos mira” más allá de “lo que creemos ser”, hay quizás también un “lo que nos levanta” más allá de “lo que creemos ser”. Se trata de una cuestión planteada al principio –o en el interior- de nuestras opiniones o acciones partidarias: una cuestión planteada, pues, a los gestos y a las imaginaciones políticas. Una cuestión planteada a la potencia de levantarse, incluso cuando el poder no está a la vista. Esta potencia es indestructible, como el deseo mismo. Es una potencia de desobedecer. Es tan inventiva que merece una atención a la vez precisa (porque lo singular, en este caso, nos dice más que lo universal) y errática (porque los levantamientos surgen en tiempos, en lugares y a escalas en los que no se les esperaba).

Didi-Huberman participará en un coloquio junto con: Juan Barja (escritor y editor) y Fernando Guerrero (editor).

La Dama Duende

Editorial Avarigani

Con la introducción y traducción de Lucía Montes Sánchez, en La dama duende, Georges Didi-Huberman se interroga sobre las formas en las que Georges Bataille se aproximó al arte. ¿Cómo encaró esa tarea de escritura y qué posición tomó en su labor? El autor nos ofrece un recorrido por múltiples obras de Bataille, haciendo especial hincapié en la revista Documents. Su posición con respecto al arte, nos dice, será siempre dialéctica, inextricablemente contradictoria, de modo que le exigirá invariablemente al arte dar forma a una experiencia que sea, a la vez, ejercicio de crueldad o sacrificio y fruto de una inquietud cercana a la inocencia de la infancia.

Para ayudarnos a figurar algo así, la imaginación de Georges Didi-Huberman migra allí donde Bataille vivió, en1922, una serie de experiencias artísticas a través de las que, soberanamente, tuvo acceso a lo imposible. Fue el viaje decisivo que realizara por España, a los veinticuatro años, y que culminaría con su presencia en el célebre Concurso de Cante Jondo, organizado por Manuel de Falla y Federico García Lorca.

Con un precioso y suculento abanico de imágenes, Georges Didi-Huberman aproxima en este texto dos figuras y dos operaciones extáticas, dos experiencias y dos exigencias lanzadas a toda forma de arte que pretenda salirse de los goznes de lo esperable y de lo posible, y que rompa con los procedimientos y las formas normados por el saber instituido en el canon de los estilos. De este modo, la desmesura que Bataille le exige al arte se dará la mano con la que trae consigo el duende inventado por Lorca en la década de los treinta. El duende juega con el arte, lo aleja de todo formalismo académico y lo aproxima a su propia aniquilación, hiriéndolo de muerte y abriéndole así su posibilidad de realizar y figurar lo imposible, es decir –en palabras de Lorca–, brindándole «un aire con olor a saliva de niño […] que anuncia el constante bautizo de las cosas recién creadas».

En esta presentación intervendrán, junto al autor: Benito Navarrete Prieto (Catedrático de Historia del Arte en el departamento de Historia y Filosofía de la Universidad de Alcalá), Lucía Montes Sánchez (Profesora e Investigadora en Formación, FPU, en la Universidad Autónoma de Madrid) y Valerio Rocco Lozano (director del CBA).

GEORGES DIDI-HUBERMAN presenta los libros Desear. Desobedecer. Lo que nos levanta, vol.1 y La Dama Duende.

Círculo de Bellas Artes de Madrid. Miércoles, 23 de septiembre (19h.). Sala María Zambrano.

Un gran abrazo desde nuestra querida y culta Madrid,

Félix José Hernández.

El Museo del Prado prorroga “Reencuentro”

Cartas a Ofelia/ Crónicas hispanas

Años ’30

Cubamatinal / Madrid, 7 de septiembre de 2020

Querida Ofelia:

El Museo Nacional del Prado ha programado la prórroga de la exposición “Reencuentro”, que, desde su apertura, el 6 de junio de 2020, y en ausencia de turismo internacional, ya han visitado cerca de 150.000 personas, en un 75% procedentes de la Comunidad de Madrid, con el fin de ampliar la posibilidad de disfrutar de este montaje excepcional que reúne buena parte de las obras más emblemáticas de su colección a lo largo de la Galería Central y sus salas adyacentes. Además, el día 14 de octubre está prevista la apertura de “Invitadas” la primera exposición que, realizada primordialmente con fondos del propio Museo Nacional del Prado, aborda el papel de la mujer en el sistema español de arte en el siglo XIX y los primeros años del siglo XX. A través de un recorrido estructurado en dos grandes ámbitos, permite, en primera instancia, reconocer la imagen de la mujer que el Estado legitimó mediante premios, exposiciones y museos, así como el lugar que ocupaba en la sociedad. Por otro lado, se sigue trabajando en la reapertura progresiva de los espacios del Museo Nacional del Prado en función de la evolución de la situación y de las recomendaciones y protocolos de actuación que establezcan las autoridades competentes.

“Reencuentro”. Una experiencia única

El montaje, compuesto por más de 250 obras, sigue una ordenación preferentemente cronológica, desde el siglo XV a los albores del siglo XX, pero dada su excepcionalidad, diluye la tradicional distribución por escuelas nacionales y plantea diálogos entre autores y pinturas separados por la geografía y el tiempo; asociaciones que nos hablan de influencias, admiraciones y rivalidades y señalan el carácter profundamente autorreferencial de las colecciones del Museo del Prado.

Carlos V y el Furor de Leone y Pompeo Leoni, excepcionalmente desprovisto de su armadura y representado desnudo como un héroe clásico, da la bienvenida al visitante conduciéndole a la Galería Central, en cuya antesala (sala 24), le esperan dos de las obras más importantes del museo: El descendimiento de Van der Weyden y La Anunciación de Fra Angelico. Se accede a continuación a un primer tramo de la gran galería (salas 25 y 26), con obras del Bosco, Patinir, Tiziano, Correggio, Rafael, Juan de Flandes, Veronés, Tintoretto y Guido Reni, entre otros grandes artistas italianos y flamencos de los siglos XVI y XVII.

Los retratos de Tiziano de los primeros Habsburgo, presididos por Carlos V, a caballo, en Mülhberg, permanecen en el corazón de la Galería Central (sala 27) frente a dos de la Furias, que flanquean el acceso a la Sala XII. Pocas veces este espacio emblemático del Prado ha merecido con tanta justicia el título de sancta sanctorum del museo. La reunión por primera vez, desde al menos 1929, de Las Meninas y Las Hilanderas, junto a un emocionante “retablo” integrado por los bufones de Velázquez y retratos, escenas religiosas y grandes filósofos procuran uno de los momentos más emocionantes de la visita.

La parte final de la Galería (salas 28 y 29) acoge la pintura religiosa y mitológica de Rubens, esta última con un guiño a Tiziano a través de su Dánae y un vibrante diálogo entre los Saturno de Rubens y Goya, y dota a Las Lanzas de Velázquez de un nuevo contexto mediante su inclusión entre los retratos ecuestres de El duque de Lermay El cardenal infante don Fernando.

En las salas del ala norte que flanquean la Galería (salas 8B, 9B y 10B), Ribera y el naturalismo español -con Maíno y Zurbarán-conviven con el europeo (Caravaggio y Latour), como lo hacen Clara Peeters y los bodegonistas españoles coetáneos. El Greco, por su parte, lo hace con Artemisia Gentileschi y puede apreciarse reunida la labor de retratistas como Sánchez Coello, Sofonisba Anguissola y Antonio Moro.

La zona sur (sala 16B) acoge la obra de los maestros españoles de la segunda mitad del siglo XVII, con Murillo y Cano como principales protagonistas, junto a artistas contemporáneos de la escuela francesa, como Claudio de Lorena, y flamenca, como Van Dyck.

El punto de fuga de la Galería Central converge en la sala 32 con La familia de Carlos IV y el 2 y el 3 de mayo de Goya, que se exponen en paredes enfrentadas. El maestro aragonés, tras mostrar su actividad como retratista (salas 35 y 36) abre sus brazos con El perro semihundido a artistas del siglo XIX.

Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931)”

Esta exposición tiene como objetivo reflexionar sobre el papel de la mujer y los diferentes roles que desempeñó en el sistema artístico español desde el reinado de Isabel II hasta el de su nieto Alfonso XIII, explorando de forma transversal distintos aspectos de este sistema artístico. Por eso, la selección de piezas abarca obras de todas las disciplinas artísticas: pintura, pero también escultura, dibujo, grabado, fotografía, miniatura, bordado y cine.

Con gran cariño y simpatía desde nuestra querida y culta España,

Félix José Hernández.

De Sofonisba Anguissola a Clara Peeters, las pintoras del Museo del Prado

Cartas a Ofelia / Crónicas hispanas

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Nacimiento de san Juan Bautista Artemisia Gentleschi Óleo sobre lienzo, 184 x 258 cm h. 1635 Madrid, Museo Nacional del Prado

Cubamatinal / Madrid, 11 de abril de 2019.

El Museo del Prado y el Ayuntamiento de Madrid han puesto en marcha una campaña para conocer y dar visibilidad a las pintoras que forman parte de la de la colección del Museo del Prado. La acción, que se puede ver desde el mes de abril en diferentes soportes exteriores de la ciudad, se suma, en el Ayuntamiento de Madrid, al eje que busca visibilizar la obra y el papel de las mujeres a lo largo de la historia en los ámbitos de la cultura y la ciencia.

En este caso, y en homenaje al bicentenario del Museo del Prado, el Ayuntamiento de Madrid invita a conocer el trabajo de tres mujeres artistas cuyas obras están integradas en la colección del Museo del Prado y que, sin embargo, son aún desconocidas para el gran público. En gran formato y en diferentes puntos de la ciudad, se puede descubrir la obra de artistas como Artemisia Gentileschi, Sofonisba Anguissola y Clara Peeters.

Situadas en mupis digitales de toda la ciudad y en las grandes pantallas de Gran Vía y Callao, en total serán seis obras que por sí solas son ya exponentes de la más alta calidad pictórica del Renacimiento y el Barroco y que dan testimonio del papel secundario al que se vieron relegadas sus autoras.

En el caso de Artemisia Gentileschi podremos disfrutar de la obra Nacimiento de San Juan Bautista, firmadas por Sofonisba Anguissola, la campaña mostrará las piezas Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II, Felipe II y Retrato de la reina Ana de Austria. Las obras con las que contará la campaña pertenecientes a Clara Peeters serán Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre y Mesa con mantel, salero, taza dorada, pastel, jarra, plato de porcelana con aceitunas y aves asadas.

Esta acción, enmarcada en las líneas de trabajo visibilización de las mujeres relvantes en el arte y la ciencia, se une también a otros homenajes que el Ayuntamiento de Madrid ha querido llevar a cabo para celebrar el bicentenario de la institución cultural más importante de la ciudad y una de las más importantes del mundo como es el Museo del Prado. En las pasadas Navidades, el protagonismo fue para otros de los artistas con los que cuenta el museo como son Bartolomé Murillo y Juan Bautista Maíno. La Adoración de los Pastores de Murillo, y La Adoración de los Reyes Magos de Maíno se reprodujeron a gran tamaño en la Puerta de Alcalá como homenaje navideño al bicentenario.

La posibilidad de ver las obras de estas artistas en los soportes exteriores del Ayuntamiento de Madrid forma parte de la voluntad de dotar a este mobiliario urbano de contenido cultural, más allá del publicitario e informativo.

Tres grandes artistas Artemisia Lomi Gentileschi (Roma, 8 de julio de 1593 – Nápoles, hacia 1654) fue una pintora barroca italiana, representante del caravaggismo. En sus cuadros desarrolló temas históricos y religiosos. Fueron célebres sus pinturas de personajes femeninos como Lucrecia, Betsabé, Judith o Cleopatra, en los que subvierte los modelos de feminidad establecidos y perpetuados por pintores masculinos. Fue la primera mujer en hacerse miembro de la Accademia del Disegno de Florencia, donde trabajó bajo los auspicios de Cosme II de Médici y tuvo una clientela internacional. Vivió en varias ciudades italianas, como Venecia, donde conoció a Anthony Van Dyck y Sofonisba Anguissola, y Napolés, donde recibió por primera vez un pedido para la pintura al fresco de una iglesia en la ciudad de Pozzuoli, cerca de Nápoles. También trabajó en Londres con su padre bajo el patrocinio de Carlos I de Inglaterra.

Sofonisba Anguissola, nació en Cremona, en 1535 y murió en Palermo en 1625. Está considerada la primera mujer pintora de éxito del Renacimiento. Cultivó el retrato y el autorretrato, estableciendo nuevas reglas en el ámbito del retrato femenino. A los 27 años se estableció en España, en la corte del rey Felipe II. Para la Historia del Arte, juega un importante papel como eslabón entre el retrato italiano y el español en el siglo XVI, además de su notable influencia en el desarrollo posterior de este género en Italia. Su trayectoria resultó un precedente para varias mujeres artistas que habían sido excluidas de la enseñanza académica, de gremios y talleres y del mecenazgo papal, pero que sí encontraron respaldo en las cortes europeas entre los siglos XVI y XVIII.

Clara Peeters (Amberes, c., 1590 – después de 1621) fue una pintora flamenca considerada una de las iniciadoras del bodegón o naturaleza muerta en los Países Bajos. Se caracterizó por popularizar el uso del autorretrato escondido en objetos de las naturalezas muertas que muchos otros artistas emularían. En el mundo se conservan unas 30 obras atribuidas a esta pintora que fue una de las pocas mujeres artistas activa en Europa durante la primera mitad de siglo XVII. En 2016 Clara Peeters se convirtió en la primera mujer pintora protagonista de una exposición individual en el Museo del Prado.

Un gran abrazo desde nuestra querida y culta Madrid,

Félix José Hernández.

Un cómic de Sento : “Historietas del Museo del Prado”

Cartas a Ofelia / Museo del Prado

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Cubierta cómic “Historietas del Museo del Prado”. Sento. © Museo Nacional del Prado

 

Cubamatinal / Madrid, 23 de marzo de 2019.

Querida Ofelia:

Este cómic de Sento, basado en una idea de José Manuel Matilla, jefe de Conservación de Dibujos y Estampas y responsable de la línea editorial de cómics del Museo del Prado, se publica con motivo del Bicentenario del Prado para contar algunas de las anécdotas que ha protagonizado la institución en sus 200 años de historia y que no siempre han llegado al público.

El cómic, que reúne siete relatos, se inicia con la ficción de la visita de Goya el primer día de apertura y continúa con historias reales sobre los visitantes, los vigilantes, los restauradores, los conservadores, los directores, las visitas oficiales, la prensa y las exposiciones. Un libro que aproximará al lector al estrecho vínculo que se ha forjado entre las obras de arte que alberga el Prado y los profesionales que tienen el privilegio de trabajar en contacto directo con ellas. Una conexión que ha trascendido este ámbito y alcanza por igual a sus visitantes, que sienten como suya esta institución bicentenaria.

De la mano de Etelvino Gayangós -conserje perpetuo de este museo e interlocutor de pintores, trabajadores y visitantes-, sus 99 páginas a color narran una visión diferente de la que se ofrece en los relatos oficiales, pero no menos real, y basada en hechos documentados como la historia del robo de piezas del Tesoro del Delfín que, hace cien años, puso a prueba al “laboratorio de criminalística” de la época; la fake news de la que fue objeto el Museo en el siglo XIX —un pavoroso incendio en sus salas— que contribuyó a rescatarlo del olvido gubernamental; la bomba que cayó cerca de la institución en la Guerra Civil y que, guardada durante décadas por un particular, hoy forma parte de su catálogo; o la historia del visitante anónimo que durante años guardó las postales recuerdo de su visita.

“Y recuerden: las miradas preservan los cuadros, acrecientan el espíritu de sus creadores y cultivan la inteligencia del que lo hace. Pasen y vean o, en este caso, lean y miren.” Etelvino Gayangós

 ÍNDICE

1819-2019  Una noticia incendiaria. 1

891  El robo del Tesoro.

1918  Una bomba en el Museo.

1936-2003  Una visita fugaz. 1

988  La larga espera.

1990  El nuevo Bruegel el Viejo.

 2010  La postal de Casimiro.2012

Sento Vicent “Sento” Llobell Bisbal (Valencia, 1953) es uno de los miembros clave del movimiento de la nueva historieta valenciana, que en los años ochenta desarrolló un estilo vinculado a la línea clara. Tras licenciarse en la Facultad de Bellas Artes de Valencia, entre 1979 y 1981 ejerció como profesor de Anatomía, trabajo que abandonó para dedicarse profesionalmente a la historieta con el nombre de Sento. 

En la actualidad, ha retomado la docencia e imparte cursos en la Escuela Superior de Arte y Tecnología de Valencia. Tiene publicados doce álbumes de cómic, seis libros ilustrados, seis novelas gráficas, más de veinte carteles y numerosas ilustraciones e historias cortas para diferentes revistas, entre las que destacan sus aportaciones a las emblemáticas Bésame mucho y Cairo. También ha diseñado cinco fallas vanguardistas y la gigantesca figura transitable del parque Gulliver de Valencia. 

En 2013 ganó el Premio Internacional Fnac-Sinsentido de Novela Gráfica por Un médico novato, la adaptación al tebeo de las memorias de su suegro durante la Guerra Civil, continuado y recopilado finalmente en un solo tomo en 2017 bajo el título Dr. Uriel.

Un gran abrazo desde nuestra querida y culta España,

Félix José Hernández.

 

El Museo del Prado presenta la donación de la familia Ellacuria Delgado, descendiente del pintor Cecilio Pla (1859-1934)

Cartas a Ofelia / Crónicas hispanas

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Cecilio Plá pintando un paisaje en su taller Anónimo Papel fotográfico Madrid, Museo Nacional del Prado.

 

Cubamatinal / Madrid, 25 de marzo de 2019.

 Querida Ofelia:

En la sala 62 A del edificio Villanueva se presenta una pequeña muestra de la generosa donación realizada en 2018 por los hermanos Ellacuria Delgado, hijos de Ana María Delgado, nieta de Cecilio Pla Gallardo (1859-1934), pintor valenciano de especial interés en el panorama artístico español del siglo XIX y del que el Museo del Prado conserva algunas de sus principales obras.

En torno a un autorretrato de Cecilio Pla, adquirido por el Estado en 2018, se articulan una serie de documentos gráficos, dibujos, cartas y algunas de las medallas recibidas durante su carrera para reflejar la heterogeneidad de esta donación y permitir al visitante descubrir algunos detalles de la vida y carrera artística de este pintor.

Esta donación supone la incorporación al Museo de un nuevo archivo personal de artista, que además, en este caso, es muy nutrido, diverso y completo. Por ello, fortalece una de las nuevas vías de crecimiento de las colecciones del Prado. Su interés no se limita al conocimiento de la pintura decimonónica. Al igual que los fondos de Valentín Carderera y de Enrique Simonet, este también está centrado en un solo artista, pero, en este caso, dada la relación docente y personal que Pla tuvo con buena parte de los artistas jóvenes desde comienzos del siglo XX, nos ofrece información relevante para el estudio de todos estos.

Por su taller pasaron artistas tan relevantes como Gabriel Morcillo, José López Mezquita y Carolina del Castillo, la mujer artista más relevante entre el numeroso grupo de alumnas que asistían a sus clases. El archivo, además, se ha conservado de manera casi íntegra hasta ahora, hecho no muy frecuente en el caso de los artistas decimonónicos, cuyos fondos personales a menudo se han perdido o disgregado. 

Por tanto, su interés reside no solo en el conocimiento que ofrece para el estudio de la figura de Cecilio Pla, pintor representado en nuestras colecciones, sino también en el conocimiento del panorama artístico español. 

La selección de dibujos expuestos permite observar su calidad como dibujante y su dedicación a la ilustración gráfica, así como su interés por el paisaje y las escenas marítimas. Dentro de las casi quinientas cartas donadas se encuentran remitentes como el compositor Ruperto Chapí, el escritor Miguel de Unamuno y su paisano Joaquín Sorolla. El conjunto de más de trescientas fotografías es también de gran importancia y permite estudiar el proceso creativo de muchas de sus pinturas. La donación también incorpora las principales medallas recibidas a lo largo de su carrera, de las que aquí se muestran dos de las más importantes.

 Un gran abrazo desde nuestra querida y culta España,

 Félix José Hernández.

 

Creadores de conciencia, en el Círculo de Bellas Artes

Cartas a Ofelia / Crónicas hispanas 

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Samuel Aranda, Mujer refugiada y su hijo caen al agua durante desembarco. Lesbos, Grecia 2015.

 

Cubamatinal / Madrid, 22 de febrero de 2019.

Creadores de conciencia es un proyecto que nace por iniciativa de DKV, una empresa que conmemora el vigésimo aniversario de su obra social con el empeño de poner en valor el trabajo de los fotorreporteros y reconocer con ello la trascendencia de su oficio: añadir luz a la oscuridad y dar voz a los que no la tienen.

La labor de estos profesionales sostiene el primer frente de la veracidad en la comunicación, sobre ellos descansa la credibilidad de los medios que publican sus imágenes. Practican un oficio voluntariamente silencioso, vocacional a veces, y con grandes dosis de riesgo, desprecio a la comodidad personal y a la seguridad económica.

Suelen ser individuos solitarios, hechos al oficio de cazador, dotados de un sentido de la realidad extremo, hábiles en la estrategia del acercamiento y de la más diversa procedencia en intereses y formación. Anclados a su compromiso profesional, a la decisión voluntaria que les ha llevado hasta allí, su meta es la foto, y no les preocupa su trascendencia ni repercusión. No pretenden adoctrinar a nadie y sin embargo la fuerza de sus imágenes provoca conciencia y tuerce voluntades aun a su pesar.

Acusados a veces de esteticistas de la miseria humana, su trabajo se instala en la gestión del contenido y de su forma. Es el eterno problema de la comunicación de las catástrofes humanas, cuando la dureza del contenido se representa bajo una soberbia forma estética. En no pocos casos, esas acusaciones suelen ser el subterfugio al que se acogen los que prefieren defender el paraíso de la no conciencia.

El trabajo de los cuarenta fotógrafos expuesto aquí conforma un mapa de hechos que resultan a la postre un retrato veraz de los dilemas a los que se enfrenta la comunidad mundial en su presente y en su futuro. Un dibujo trazado sobre unas imágenes que hablan de compromiso, testimonio personal y excelencia profesional.

Los autores de las obras presentes en esta exposición son: Samuel Aranda, Bernat Armangué, Walter Astrada, Sandra Balsells, Lurdes R. Basolí, Javier Bauluz, Clemente Bernad, Pep Bonet, Manu Brabo, Olmo Calvo, Sergi Cámara, José Cendón, José Colón, Javier Corso, Ricky Dávila, Juan M. Díaz Burgos, Ricardo García Vilanova, Antonio González Caro,  Diego Ibarra Sánchez, Sebastian Liste, JM López, Andoni Lubaki, Kim Manresa, Enric Martí, Andrés Martínez Casares, Maysun, Fernando Moleres, Alfonso Moral, Emilio Morenatti, Daniel Ochoa de Olza, Ana Palacios, Santi Palacios, Judith Prat, Abel Ruiz de León, Rafael S. Fabrés, Gervasio Sánchez, Carlos Spottorno, Rafael Trobat, Guillem Valle y  Mingo Venero.

Del 25.02.2019 al 28.04.2019. Martes a domingos. 11:00 > 14:00 y 17:00 > 21:00.
Lunes cerrado. Sala Picasso Comisariado: Chema Conesa. Organiza: CBA & DKV.

Un gran abrazo desde nuestra querida y culta Madrid,

Félix José Hernández.

 

Lang Lang en el Museo del Prado

Cartas a Ofelia / Crónicas hispanas

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Lang Lang durante su actuación frente a Las Meninas. Foto © Museo Nacional del Prado

Cubamatinal / Madrid, 22 de marzo de 2019.

Querida Ofelia:

Más de 48.000 personas han disfrutado del homenaje de Lang Lang al Bicentenario del Museo del Prado a través de las redes sociales.

Con motivo de la celebración de su Bicentenario, el Museo del Prado recibió ayer la visita única y excepcional de uno de los pianistas clásicos más reconocidos y aclamados a nivel internacional, Lang Lang. 

Ayer, jueves, 21 de marzo, el afamado pianista chino recorrió algunas de las salas de la colección permanente del Museo del Prado para brindar su personal homenaje a los 200 años de historia de la institución y a la capacidad inspiradora de las obras que atesora.

En la sala 12, frente a Las Meninas, obra maestra de Velázquez, considerado por los españoles participantes en un estudio como el mejor pintor de todos los tiempos, Lang Lang interpretó diversas obras. Entre ellas, ‘Para Elisa’ de Beethoven y ‘Gota de Lluvia’ de Chopin. También realizó una recreación de ‘La Maja y el Ruiseñor’ de Granados.

Este homenaje extraordinario, que fue seguido por 13.000 personas en directo a través de las cuentas oficiales del Prado en Instagram y Twitter, se ha reproducido ya en más de 48.000 ocasiones y se podrá seguir disfrutando en: 

Un gran abrazo desde nuestra querida y culta Madrid,

Félix José Hernández.

 

El Museo Nacional del Prado “viste” las fachadas del edificio Villanueva con obras maestras (Segunda parte)

Cartas a Ofelia / Crónicas hispanas

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Cristo abrazando a San Bernardo Francisco Ribalta Óleo sobre lienzo, 158 x 113 cm 1625 – 1627 Madrid, Museo Nacional del Prado

 

Cubamatinal / Madrid, 15 de noviembre de 2018.

Querida Ofelia:

El Museo del Prado y El Corte Inglés han colaborado en el proyecto “Vestir el Prado” para apostar por nuevas lecturas de su propia colección y compartirlas con toda la sociedad más allá de sus muros.

 Más de 11.000 m2 de PVC microperforado cubrirán las fachadas del edificio Villanueva con detalles de las telas del Prado para que el día 19 de noviembre luzcan con los tejidos que han representado los maestros de la pintura, las “telas” del Prado, pero telas “pintadas” en las que se ven los golpes de pincel, los movimientos y la pintura, los craquelados y cambios que provoca el tiempo. Una nueva mirada al interior de la colección en la que se han buscado calidades, gamas cromáticas, materias y gestualidades que se potenciarán entre sí y que visualmente se integran en la arquitectura. 

 Para este proyecto único se han seleccionado un total de once detalles de nueve obras que cubrirán las fachadas con quince lonas. La disputa con los doctores en el Templo de Veronés, La Coronación de la Virgen de Velázquez y  La Trinidad del Greco decorarán la fachada oeste (puerta de Velázquez), La Virgen con el Niño entre San Mateo y un ángel de Andrea del Sarto, Magdalena penitente de Ribera y La siesta de Alma Tadema vestirán la fachada este y Cristo abrazando a San Bernardo de Ribalta engalanará la fachada sur (puerta de Murillo). La fachada norte (puerta de Goya) se descubrirá al público el próximo 19 de noviembre durante un simbólico acto de presentación.

El Descendimiento Van der Weyden Antes de 1443. Óleo sobre tabla, 204,5 x 261,5 cm. 

 El Descendimiento se pintó para la capilla de Nuestra Señora Extramuros de Lovaina, que fue fundada en el siglo XIV por el gremio de ballesteros, vendida en 1798 y demolida poco después. La ocupación de los fundadores queda indicada por las dos pequeñas ballestas que cuelgan en la tracería de las dos esquinas mayores de la tabla.

La copia más antigua que puede fecharse, el Tríptico Edelheere de 1443 (Lovaina, iglesia de San Pedro), demuestra que ya estaba terminado en ese año. Comprado a la capilla lovaniense por María de Hungría, en 1549 colgaba en la capilla de su palacio en Binche. Antes de 1564 su sobrino Felipe II lo tenía en la capilla del Pardo, uno de sus palacios madrileños. Llevado al Escorial en 1566, permaneció allí hasta su traslado al Museo del Prado en 1939.

El Descendimiento responde a la forma habitual en Brabante para el elemento central de los grandes retablos con varias alas. Es probable que el remate superior tuviera sus propias alas pequeñas y que el resto estuviera protegido por dos cierres rectangulares, posiblemente sin imágenes. En 1566, Felipe II encargó nuevas tablas para estos cierres, que fueron pintadas por Navarrete el Mudo y que luego, al igual que los originales, desaparecieron sin dejar rastro.

 Todavía con la corona de espinas, Cristo muestra un cuerpo bello pero no atlético, y no se aprecian en él las huellas de la flagelación: como en otros casos, la fidelidad anatómica se sacrifica a la elegancia de las formas. Más raro es que propiamente barba, pues la incipiente y cerrada que vemos debe entenderse como crecida durante los días de tormento. Tiene los ojos en blanco, y muy levemente abierto el derecho, justo para que se vea el globo como una diminuta mancha clara.

De la herida que tiene en el costado mana sangre, que se está en los velos de la Virgen- es tan transparente que se ve con claridad la sangre que fluye por debajo y que sin embargo no llega a mancharlo. Bajan el cuerpo de la cruz tres hombres. El de más edad es probablemente Nicodemo, fariseo y jefe judío (Juan, 3, 1-21; 7, 50). El más joven, que parece un criado, tiene los dos clavos -sanguinolentos y de espeluznante longitud- que han quitado de las manos de Cristo y ha logrado que la sangre no manche sus ropas: un pañuelo blanco, unas medias también blancas y una casaca de damasco azul claro.

La figura que viste de dorado es probablemente José de Arimatea, el hombre rico que consiguió que le entregasen el cuerpo de Cristo y lo enterró en un sepulcro nuevo que reservaba para sí (Mateo, 27, 57-60). Su fisonomía es muy parecida a la del Retrato de un hombre robusto (Madrid, Museo Thyssen Bornemisza, inv. 74). La mujer que, a la derecha del todo, entrecruza las manos es la Magdalena. El hombre barbado y vestido de verde que está detrás de José de Arimatea es probablemente otro criado.

El tarro que sostiene puede ser el atributo de la Magdalena, con lo que contendría el perfume de nardo, auténtico y costoso con que ella ungió los pies de Jesús (Juan, 12, 3). A la izquierda, la Virgen se ha desvanecido y ha caído al suelo en una postura que repite la del cuerpo muerto de Cristo. Sufriendo con él, está viviendo su Compassio. Tiene los ojos en blanco, entrecerrados.

Las lágrimas resbalan por su rostro, y junto a la barbilla una de ellas está a punto de gotear. La sujeta san Juan Evangelista, ayudado por una mujer vestida de verde que es probablemente María Salomé, hermanastra de la Virgen y madre de Juan. Y la mujer que está situada detrás del santo puede ser María Cleofás, la otra hermanastra de la Virgen.

 El espacio contenido en la caja dorada no tiene nada que ver con el espacio que ocupan las figuras. En el remate superior, la cruz está inmediatamente detrás de la tracería, pero cuando descendemos vemos que delante de la cruz hay espacio para Nicodemo, Cristo y la Virgen. Sabedor de que esas incongruencias espaciales no podían ser demasiado evidentes, Van der Weyden ocultó las principales intersecciones.

Alargó así de manera extraordinaria la pierna izquierda de la Virgen, de manera que el pie y el manto escondieran la base de la cruz y uno de los largueros de la escalera. La postura del hombre de verde está forzada para que su pie derecho y el ribete de piel de su vestido oculten en parte el otro larguero. Aunque estos subterfugios no son apreciables de manera inmediata, las perspectivas falsas producen una sensación de incomodidad en el espectador, que no puede dejar de advertirlas.

Dentro de este escenario, las figuras trazan una estructura lineal perfectamente equilibrada. La cruz se halla en el centro exacto de la tabla. La postura de Cristo se duplica en la de la Virgen, y son también similares las de María Salomé y José de Arimatea, que establecen entre ellas una sintonía visual. San Juan y la Magdalena funcionan en cambio como paréntesis que abrazan al grupo central. Con los pies cruzados, la Magdalena tiene que apoyarse en el lateral de la caja dorada para mantenerse en pie. Pese a ello se está deslizando hacia el suelo, donde compondría una imagen poco decorosa.

Ninguna de las figuras está firmemente apoyada sobre sus pies; en su mayoría están a punto de derrumbarse. Se produce así en el espectador una impresión de inmutable estabilidad que se contradice de inmediato. La cabeza de Cristo está situada en un eje horizontal que ya resulta poco natural, pero además la perspectiva de la nariz está forzada para subrayar aún más esa horizontalidad.

Como todo el cuadro recibe una fuerte luz desde la derecha, el artista puede iluminar el rostro de Cristo desde abajo, de manera que las partes que normalmente estarían en sombra sean muy luminosas. Otro elemento que contribuye, aunque de manera distinta, a la extrañeza que produce la imagen es la incipiente e inesperada barba. Y las espinas que se clavan en la frente y la oreja transmiten dolor. Pero es el expresivo empleo de la estructura, la luz y la irracionalidad lo que más subraya el horror de la escena.

 Es probable que Van der Weyden empezara por realizar un boceto detallado para que fuera aprobado por sus clientes. Después lo copió a mano alzada con largas pinceladas ricas en aglutinante, para obtener el audaz dibujo subyacente que muestra la reflectografía infrarroja. Pero al pintar no siempre siguió ese dibujo subyacente: colocó más bajas las cabezas de María Salomé, José de Arimatea y el hombre barbado de verde, y modificó también algunas manos y pies, los travesaños de la escalera y muchas zonas de los paños.

Esos cambios de opinión son siempre interesantes, y el dibujo subyacente, realizado con viveza y audacia, revela una creatividad espontánea que puede sorprender a muchos de los que lo ven. Así, el microscopio o los detalles fotográficos sumamente ampliados son el mejor camino para apreciar la seguridad y rapidez de su técnica y la confianza de su pincelada (Texto extractado de Campbell, L. en: Rogier van der Weyden, Museo Nacional del Prado, 2015, pp. 74-81).

 Cristo abrazando a San Bernardo Ribalta 1625 – 1627. Óleo sobre lienzo, 158 x 113 cm. 

 Es esta una de las composiciones más bellas de la producción final de Ribalta. La figura de Cristo parte de un modelo realizado por Sebastiano del Piombo en su Llanto sobre Cristo muerto (San Petersburgo, Hermitage), obra que el español copió en dos ocasiones. La corpulenta anatomía de Cristo, las facciones y la expresión de su rostro, así como el sentido lumínico están en deuda con la pintura del italiano.   La disputa con los doctores en el Templo Veronés Hacia 1560. Óleo sobre lienzo, 236 x 430 cm. 

 Ilustra el último pasaje de la infancia de Cristo (Lucas 2, 41-50), cuando a los doce años fue llevado por sus padres a Jerusalén para celebrar la Pascua. María y José perdieron a su hijo, al que encontraron en el Templo discutiendo con los doctores. La superioridad teológica de Cristo se subraya mediante su ubicación en alto en el eje de la composición. Con sus manos hace un gesto, el llamado cómputo digital, de enumeración de los argumentos esgrimidos ante la mirada de los doctores.

Del auditorio sobresale un anciano barbado que seguramente sea el comitente. Viste hábito de caballero del Santo Sepulcro y sostiene un bordón de peregrino, lo que permite suponer que acaso encargara la pintura para conmemorar una peregrinación a Tierra Santa. Datado en la década de 1560, la interpretación de los números «MDXLVIII» que aparecen en el libro que porta el personaje en primer plano como fecha del cuadro: 1548, ha generado polémica entre los especialistas, muchos de los cuales rechazan tal posibilidad por considerarla incompatible con la maestría exhibida por su autor. Aducen también en contra de una fecha tan temprana la derivación del fondo arquitectónico de los grabados de la edición de Vitruvio publicada en 1556.

En 1648 en la Casa Contarini de Padua, se cita en 1686 en el Alcázar de Madrid y acaso fuera adquirida por Velázquez en su segundo viaje a Italia (1649-1651).

San Andrés Rubens 1610 – 1612. Óleo sobre tabla, 108 x 84 cm. 

Dentro de este apostolado pintado por Rubens entre 1610-1612, San Andrés, al igual que san Felipe, lleva a cuestas la cruz en la que fue crucificado; una cruz en aspa denominada Decussata. La muestra en primer término a diferencia del otro, tapada por el gran manto rojo que lleva. La posición de la cruz en aspa hace que el rostro llame más la atención. 

 La diferencia de tratamiento entre unos apóstoles, que meditan y se recogen sobre sus libros a pesar de portar las armas con las que fueron asesinados, otros desencajados con sus símbolos de martirio, unos mirando al espectador de forma rotunda y otros hacia el cielo o fuera de la composición ofrecen diferentes actitudes y respuestas ante los problemas que se enfrentaron, de tal forma que el artista nos ofrece un conjunto que actúa como un todo, en el que se van entremezclando unos con otros, siempre con un tratamiento de la imagen similar y donde podemos observar distintos aspectos de la vida de estos hombres.

En el siglo XVII y tras el Concilio de Trento la producción de apostolados creció y Rubens, un artista muy relacionado con los dogmas cristianos y la representación de los mismos, busca potenciar la idea de sacrificio de estos doce apóstoles.   Esta serie muestra, al igual que sucede con La Adoración de los Magos, el aprendizaje de Rubens tras su viaje a Italia. Las formas de estos personajes son corpulentas, vigorosas y fuertes, de recuerdo miguelangelesco, con una mirada penetrante que, en algunos casos, se dirige hacia el espectador.

Recortados sobre un fondo monocromo oscuro, las figuras ganan aún más en peso y rotundidad, representadas en tres cuartos. Sin embargo, y a pesar de que sigue la tradición pictórica a la hora de representar este conjunto, no son personajes estáticos ni frontalizados, sino que los coloca en diferentes posturas, girando sus cabezas, con las manos en diferentes planos y dirigiendo la mirada hacia distintos puntos.

Además del recuerdo manierista de Miguel Ángel el otro punto de inspiración es la pintura de Caravaggio, que también se observa en la Adoración de los Magos. Aquí se muestra no solo en el tratamiento pictórico de las telas, de grandes pliegues y caídas, sino también en el estudio lumínico, con focos dirigidos algunos de ellos frontales o laterales, y que sumen parte de la figura en sombras.

Además el naturalismo de los rostros, que huyen de la idealización, también recuerda a los modelos del italiano, quien recibió críticas por la excesiva humanización de sus modelos. En este caso Rubens, a pesar de seguir a Caravaggio, los retrata con cierta distancia y atemporalidad que los aleja del mundo terrenal. 

 En cuanto a la técnica se muestra más contenida que en sus últimas obras. En algunas partes de los retratos se observa la preparación del lienzo, que utiliza para dar color a los rostros, las maderas o los libros entre otros elementos. Es un conjunto de obras muy sobrio en la paleta cromática pero muy trabajada, buscando representar las luces y las sombras. Los cabellos y las carnaciones están construidas a base de pinceladas de diferentes colores y texturas, consiguiendo un realismo y un cuidado típicos de sus obras.  

 El conjunto perteneció al Duque de Lerma al que pudo haberle llegado de manos de Rodrigo Calderón, diplomático flamenco al servicio de Felipe III y protegido del duque, por el que también entró en España y posteriormente en la colección Real la Adoración de los Magos. En 1618 Rubens le escribe una carta a sir Dudley Carleton, en el que le envía una lista de obras que estaban en su casa. Allí menciona «Los doce apóstoles, con Cristo, realizado por mis discípulos, de los originales hechos por mi que tiene el duque de Lerma».

Desde la colección del duque de Lerma hasta la entrada del conjunto en la colección real, concretamente en 1746 donde aparecen inventariados en el Palacio de la Granja de San Ildefonso, nada se sabe con certeza.  Información revisada y actualizada por el Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado (marzo 2015).

 La Coronación de la Virgen Velázquez 1635 – 1636. Óleo sobre lienzo, 178,5 x 134,5 cm. 

 Velázquez pintó La Coronación de la Virgen con destino al nuevo oratorio de la reina Isabel de Borbón en el Alcázar de Madrid, donde debía completar la serie de nueve pinturas de Fiestas de Nuestra Señora de Alessandro Turchi enviada a Madrid desde Roma, en 1635 o antes, por el cardenal Gaspar de Borja y Velasco. Es su última pintura religiosa. El oratorio, situado en la primera planta del Alcázar, a la parte de la Galería del Cierzo, se decoró con pinturas murales de Angelo Nardi y un retablo construido por Martín Ferrer sobre trazas de Juan Gómez de Mora (perdido); y, probablemente en 1636, se colgaron en él cincuenta y cuatro pinturas, entre ellas el gran Cristo crucificado de Federico Barocci.

La iconografía de La Coronación de la Virgen velazqueña es tradicional, y sigue modelos anteriores de Durero y El Greco. El angelote arqueado hacia atrás en el lado derecho parece cita de uno similar en un grabado de Schelte a Bolswert según la Asunción de la Virgen de Rubens.

Las dimensiones del lienzo y el tamaño menor que el natural que presentan las figuras, un tanto extraño en Velázquez, se pueden explicar por referencia a la serie de pinturas ya existente y a la que el maestro debía adaptarse. Incluso el gesto con que María se lleva la mano al pecho podría estar pensado como un eco del de la mano izquierda de la Virgen en La Anunciación de Turchi. 

La Coronación se suele datar en la primera década de 1640, pero hay sólidas evidencias circunstanciales para pensar que estuviera pintada en 1636. Como antes se ha dicho, la serie de Turchi ya estaba en Madrid en 1635, y es probable que el propio oratorio quedara listo para su uso dentro del año 1636. Antonio Palomino, que suele ser preciso en la cronología, situó la ejecución de la pintura por la época de La rendición de Breda, que casi con seguridad estaba terminada en abril de 1635: En este tiempo pintó también un cuadro grande historiado de la toma de una plaza por el señor Don Ambrosio Espínola (…); como también otro de la Coronación de Nuestra Señora, que estaba en el oratorio del cuarto de la Reina en Palacio (Palomino, [1724] 1986, p. 171). Carmen Garrido, manejando sólo datos técnicos, ha argumentado de forma convincente que las características de la ejecución corresponden a la práctica de Velázquez en torno a 1635.

Aunque Ceballos ha propuesto recientemente que fuera Borja quien encargase la obra a Velázquez para la reina después de su regreso a Madrid, también es posible que fuera un encargo de la propia reina, o del rey como regalo para decorar el oratorio de su esposa. Siempre ha sido reconocida la autoría de Velázquez, salvo un curioso lapsus en 1735, cuando se anotó entre las obras salvadas del incendio del Alcázar en diciembre de 1734 como original del Racionero Cano (Texto extractado de Finaldi, G. en: Fábulas de Velázquez. Mitología e Historia Sagrada en el Siglo de Oro, Museo Nacional del Prado, 2007, p. 325).

 La Trinidad El Greco 1577 – 1579. Óleo sobre lienzo, 300 x 179 cm. 

 Esta obra coronaba el retablo mayor del convento de Santo Domingo el Antiguo (Toledo), primer encargo que recibió el Greco al llegar a España, junto con la Asunción de la Virgen en el piso inferior (actualmente en Chicago, Art Institute) y cuatro lienzos de dimensiones mucho más reducidas: las imágenes de cuerpo entero de San Juan Bautista y San Juan Evangelista y los dos bustos largos de San Bernardo (San Petersburgo, State Hermitage Museum) y San Benito.

Por encima de la Trinidad se encontraba una Santa Faz pintada sobre madera (colección particular). La Trinidad debía verse a bastante altura, lo que en parte explica la perspectiva, la monumentalidad y el sentido escultórico de las figuras, propios por otra parte del periodo inicial del Greco en Toledo.

La representación de Cristo muerto sostenido parcialmente por Dios Padre, sentado en un trono de nubes, acompañado por la paloma, símbolo del espíritu santo, y rodeado de un grupo de ángeles, es uno de los ejemplos más logrados del carácter de la pintura del Greco en su primera etapa en España. Parte de una composición tomada de Alberto Durero en la que se aúnan dos iconografías tardomedievales: la Compassio Patris (el Padre Eterno sosteniendo el cuerpo muerto de Jesús) y la del Trono de Gracia, en el que Cristo aparece crucificado, convertido en una suerte de Piedad masculina.

En las dos iconografías se mantiene una misma simbología eucarística y redentora, el ofrecimiento y aceptación por parte de Dios Padre del sacrificio de su Hijo para que la humanidad alcance la salvación. Aunque la idea compositiva partía de Durero, la formulación de la tela mostró la absorción del Greco de lo mejor de la pintura italiana, y especialmente del tono heroico empleado por Miguel Ángel para la figura de Cristo. El otro elemento fundamental de la obra es el colorido empleado.

El Greco se circunscribe aquí a una paleta que toma aspectos de la escuela veneciana, pero también del manierismo romano. Se destaca el cuerpo monocromo, cadavérico de Cristo, impregnado de los tonos cenicientos de las nubes. Flanqueando esta importante figura, tanto Dios Padre como el cortejo de ángeles muestran en sus túnicas unas entonaciones esplendentes: azules, rojo carmín, verde, morado y amarillo culminados por el cielo dorado que enmarca la nívea aparición del Espíritu Santo (Texto extractado de Ruiz, L.: El Greco. Guía de sala, Fundación Amigos del Museo del Prado, 2011, p. 18).

 Un gran abrazo desde nuestra querida y culta Madrid,

Félix José Hernández.