Yara sí, Granma no

Cartas a Ofelia / El barco más potente del mundo; llevaba 82 hombres y hundió a una nacion .

Cubamatinal / París, 6 de octubre e 2020.

Querida Ofelia:

Te envío este interesante artículo del licenciado Sergio Ramos, que me hizo llegar desde Miami nuestro querido y viejo amigo don Roberto A. Solera.

San Juan, Puerto Rico a 2 de octubre de 2020.

Cuando en 1976 el régimen castrista cambió el mapa político de Cuba, dividiendo las seis tradicionales provincias en 14 y más tarde en 2011 las volvió a reestructurarlas creando 15 provincias. Desde el principio a una de ellas le dio el nombre de un yate: Granma, la embarcación en la que arribó el tirano Castro. Una embarcación que solo trajo dolor, hambre y muerte al pueblo cubano, pues una vez aquellos tripulantes que llegaron a bordo de esa embarcación tomaron el poder, se adueñaron del país imponiendo una tiranía totalitaria siguiendo el modelo aplicado por Stalin en la otrora Unión Soviética.

Han pasado más de seis décadas del arribo de aquella embarcación y tras la toma del poder en 1959, el resultado para Cuba ha sido más de 7,899 asesinatos en el paredón y en ejecuciones extrajudiciales, incluyendo niños. Decenas de miles cubanos fueron, en uno u otro momento, encarcelados y todavía hoy continúa el horror del presidio político. Miles de cubanos han sido detenidos y muchos de estos fueron sometidos a torturas, y todavía actualmente se sigue torturando a los opositores que son detenidos. Hay más de dos millones cubanos dispersos por el mundo que se vieron forzados a salir del país para buscar la libertad en otras tierras, y todavía hoy los cubanos siguen escapando del infernal sistema castrista. Mientras los que quedaron dentro de la isla son sometidos al feroz yugo del totalitarismo, violándoles constantemente sus más elementales derechos humanos, viviendo bajo condiciones miserables, pasando escasez y hambre, percibiendo salarios de miseria, al tiempo que una casta minoritaria usurpa el poder — los que vinieron en el fatídico yate y sus familiares e íntimos allegados de la cúpula del gobierno — se enriquecen a costa de la explotación de los trabajadores cubanos.

Granma solo representa para el pueblo cubano muerte, opresión y miseria. Indigno es que una provincia lleve el nombre de la embarcación en donde arribó la magna tragedia que agobia a nuestro pueblo.

Dicha zona mal llamada Granma, queda a un área de la Isla de Cuba en donde ocurrieron transcendentales hechos gloriosos de nuestra historia. Por aquella zona fue en donde nació el germen de la independencia y la libertad de Cuba en el 1868. En ese espacio territorial están Bayamo, La Demajagua, Yara, entre otros. Lugares iconos en la historia de las guerras de independencia de Cuba.

Yara, un poblado de esa provincia, tuvo la primicia del primer combate por la libertad y la independencia de Cuba. La forja de una república bajo un marco de democracia, como lo expresa aquel manifiesto promulgado el Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868 al plantear que: ..: “Nosotros consagramos estos dos venerables principios: nosotros creemos que todos los hombres somos iguales: amamos la tolerancia, el orden y Ia justicia en todas las materias; respetamos las vidas y propiedades de todos los ciudadanos pacíficos, aunque sean los mismos españoles, residentes en este territorio; admiramos el sufragio universal, que asegura la soberanía del pueblo…”

Bajo estos principios comenzaron las guerras de independencias que dieron lugar un 20 de mayo de 1902 a la República de Cuba. Aquella república se fundamentaba en la libertad y la democracia para todos sus ciudadanos.

No negamos que tuviera sus imperfecciones, pero estas nunca justificarán la imposición de una tiranía, para pretextar la usurpación del poder por quienes pretenden oprimir y esclavizar al pueblo. Al fin de cuentas, toda obra humana adolece de imperfecciones, pero también en sana democracia y con sabia justicia, se reparan en paz los males, errores y problemas que aquejan a toda sociedad cuando esta vive en libertad y respeto a los derechos humanos.

No podemos desconocer que muchos fueron los frutos y progresos del país bajo la República. Durante aquel tiempo Cuba llegó a tener los altos niveles de progreso comparado con otros países de Latino América.

Brevemente, comparando lo que nos trajo Yara versus lo que nos impuso el Granma, durante la república, Cuba se convirtió en la primera productora de azúcar en el mundo. Para 1958 el país produjo 5,613,823 toneladas con un total de 161 ingenios azucareros. Mientras que ahora, bajo la dictadura castrista, en la zafra 2019-2020 el régimen solo ha podido producir 1.7 millones de toneladas de azúcar y quedaban en operación tan solo 17 molinos azucareros, o sea, por debajo de la producción del país, a los ocho años después de instaurada la República en el año 1910, cuya producción de azúcar alcanzó 1.8 millones de toneladas.

Para 1958 Cuba tenía 5.8 millones de cabezas de ganado, casi a razón de una res por habitante, ya que la población era de unos 6 millones de habitantes. Hoy día hay una grave escasez de carne en el país porque la ganadería está seriamente mermada y deteriorada.

El nivel de salario per cápita promedio del país en el año 1958 era $356 pesos, el tercero más alto entre los países de América Latina, detrás de Venezuela y Uruguay. Y el peso cubano equivalía al dólar (1 peso = 1 dólar); ambas monedas circulaban a la par en todo el país. Hoy día, bajo el castrismo, el salario per cápita promedio es de 875 CUP o pesos nacionales, pero 25 CUP (peso nacional cubano) equivalen a un dólar (US$1.00), luego convertido el CUP al dólar, el salario que gana un trabajador promedio hoy día es de US$35 dólares al mes. Suma de dinero que no alcanza para la canasta alimentaria de los trabajadores cubanos dado el altísimo nivel de precios conque el monopolio del estado vende sus productos al pueblo.

La escasez y la pobreza, además de la conculcación de sus libertades, son una constante en el diario vivir de los cubanos. Eso, entre otros muchos males más, fue lo que trajo aquel grupo de malandros que llegaron al país en aquel yate llamado Granma.

Luego resulta en un insulto al pueblo cubano haber nombrado una provincia con el nombre del yate en la cual arribaron los causantes de la muerte, opresión, y miseria para el pueblo cubano.

Mientras Yara, un pueblo de la indicada región, representa el inicio de la libertad que nos trajo el progreso a Cuba entre el 20 de mayo 1902 hasta el 1ro de enero de 1959. Y si males hubo en la república, los reconocemos, pues como en toda obra humana, adolece de sus errores e imperfecciones, pero estas eran remediables sin necesidad de someter al pueblo a un yugo opresor.

Para los cubanos Yara representa libertad. Granma representa opresión. Yara significa progreso. Granma es fuente males y miseria. Yara simboliza la gloria de nuestros libertadores. Granma representa la infamia de nuestros opresores.      No más Granma. A voz de pueblo, en honor y gloria a nuestros mambises, llamémosle Yara. Provincia de Yara. ¡Yara SI, Granma NO!”

Lcdo. Sergio Ramos.

Un gran abrazo desde estas lejanas tierras allende los mares,

Félix José Hernández.

Carta de Fidel Castro a los guerrilleros del Segundo Frente del Escambray

Cartas a Ofelia / Crónicas cubanas (Escambray)

Escambray 1958

Cubamatinal / París, 11 de septiembre de 2020.

Querida Ofelia:

Nuestro viejo y querido amigo excombatiente del Segundo Frente del Escambray Miguel García, me hizo llegar este documento desde Miami. Sé que lo darás a conocer entre nuestros amigos allá en San Cristóbal de La Habana:

“Edelmira, la mensajera enviada por Fidel Castro, supo esperar pacientemente, hasta que por fin, frente a frente, ella nos puso al día de todo lo acontecido en la Sierra Maestra. Además, le hizo entrega a Eloy Gutiérrez Menoyo de una carta enviada por Fidel Castro, la que él y Lázaro Artola leyeron detenidamente. Luego, la hicieron circular entre todos los guerrilleros presentes en El Cacahual.

    La carta decía textualmente:

   Sierra Maestra, Febrero 2 de 1958.

  A los rebeldes de Las Villas:

Hemos recibido con profunda alegría, la noticia de que un grupo de cubanos, está combatiendo también, en esa provincia. Cualquiera que sea la militancia revolucionaria del mismo, hemos dado instrucciones al Movimiento de prestarles toda la ayuda posible.

Deseamos saber la situación en que se encuentran. Poco es lo que podemos hacer directamente por ustedes a tanta distancia, pero deseamos expresarles nuestra más sincera solidaridad.

Consideramos conveniente a la lucha contra la tiranía que ese Frente se sostuviera a toda costa, imaginamos obstáculos iníciales que estarán afrontando.

Si la topografía de la zona hace imposible resistir o el parque se agota, aconsejo moverse hacia acá y emboscándose de día, en sitios donde no pueda percibirlos la aviación, siguiendo la ruta en zigzag.

Cuando el enemigo caiga una o dos veces en emboscada, cesará toda persecución. Se puede avanzar de veinte a treinta kilómetros, cada noche.

Tenemos situada una patrulla entre Bayamo y Victoria de las Tunas que les puede servir de puente, trataremos de intensificar la campaña, a fin de aliviar presión sobre esa.

La portadora puede informarle detalles y experiencias de interés. Esperamos noticias. Hacemos votos por el éxito de ese Frente y enviamos a sus bravos combatientes un fraternal abrazo.

Fidel Castro. » 

Con un gran abrazo desde La Ciudad Luz,

Félix José Hernández.

El secuestro fallido de un avión de Cubana de Aviación

Cartas a Ofelia / Crónicas cubanas

Capitán Eliseo Reyes

Cubamatinal / París, 8 de septiembre de 2020.

Querida Ofelia:

Te envío esta narración que me ha hecho llegar desde Miami nuestro viejo y querido amigo Roger Redondo, excombatiente del Segundo Frente del Escambray contra el régimen de Fulgencio Batista en los años cincuenta:

 “En un vuelo de Cubana de Aviación procedente de Santiago de Cuba con destino a La Habana piloteado por Alberto Baño  (hijo),  iba el pasajero Eliseo Reyes, capitán del Ejército Rebelde, que fuera de la confianza de Ernesto Guevara (Che). Había sido también de los integrantes de la Columna 8 Ciro Redondo. Natural del pueblo de San Luis,  razón por la cual a Eliseo sus compañeros le apodaban ‘San Luis’, antes de pasar al ejército fue el primer jefe de la policía de Sancti Spíritus.

Cuando el avión estaba sobrevolando el límite de la provincia de Las Villas con Matanzas, el Capitán San Luis,  como ya había estado conversando con el piloto antes de despegar, no le fue raro al resto de los pasajeros que se levantara y fuera hasta la cabina del avión, donde sacó la pistola y le ordenó al piloto que desviara el avión hacia Miami.

El piloto sabía que Eliseo Reyes no tenía conocimiento alguno del idioma inglés  y le informó que antes tenía que llamar a la torre de control del aeropuerto de Miami.

En un corto mensaje en inglés pidió que informaran la situación que él estaba confrontando y pedía permiso para aterrizar en Cárdenas, haciendo creer al capitán que era Miami.

Rápidamente, Fidel Castro fue informado de la situación desde la cabina del avión, aunque en los aviones viajaba de civil personal de la Seguridad del Estado G-2 no se pudieron percatar de lo que estaba sucediendo dentro de la cabina.

Fidel Castro desde La Habana estaba dando instrucciones sobre que él viajaría a Varadero, que se demoraría más de una hora en llegar. Ordenó que como era de noche gastaran gasolina dando vueltas para que no se diera cuenta el Capitán San Luis, y creyera que para el llegar a Miami se tomaría más tiempo.

Poco antes de llegar al aeropuerto de Cárdenas el piloto le dijo al  Capitán San Luis que los americanos, por motivos de seguridad,  exigían que todos los pasajeros bajaran con el piloto y la lista de pasajeros. Acto seguido la policía de emigración americana subiría al avión para sus trámites de exilio político. Al capitán San Luis  le pareció bien  y lo aprobó.

Cuando todos salieron, el propio Fidel Castro con un altoparlante le pidió al capitán San Luis que saliera con las manos en la cabeza, que él le garantizaban que no se le iba a dar ningún castigo.

Y así fue, después de unos días en La Habana, el propio Fidel lo llevó hasta el campamento de entrenamiento que el Che tenía en Isla de Pinos. El final de la historia del Capitán Eliseo Reyes fue que murió en combate en Bolivia.” Capitán Roger Redondo González

Un gran abrazo desde estas lejanas tierras,

Félix José Hernández.

La infame lista de firmas encabezada por la de Alicia Alonso

Cartas a Ofelia /  Ciertamente para no olvidar la vocación genuflexa de artistas e intelectuales «revolucionarios».

aalonso

Cubamatinal / París, 19 de octubre de 2019.

Querida Ofelia:

Te envío un documento que podríamos titular «Algo para recordar”:

“Ocho días después del juicio sumario y fusilamiento de los jóvenes Enrique Copello Castillo, Bárbaro Leodat Sevilla García y Jorge Luis Martínez Isaac, por intentar secuestrar una embarcación para escapar de Cuba, un grupo de intelectuales cubanos divulgó una carta pública respaldando tácitamente la drástica acción del gobierno de Fidel Castro.

«CARTA DE INTELECTUALES CUBANOS FRENTE A LOS ATAQUES A LA REVOLUCIÓN

Mensaje desde La Habana para amigos que están lejos

En los últimos días, hemos visto con sorpresa y dolor que al pie de manifiestos calumniosos contra Cuba se han mezclado consabidas firmas de la maquinaria de propaganda anticubana con los nombres entrañables de algunos amigos. Al propio tiempo, se han difundido declaraciones de otros, no menos entrañables para Cuba y los cubanos, que creemos nacidas de la distancia, la desinformación y los traumas de experiencias socialistas fallidas.

Lamentablemente, y aunque esa no era la intención de estos amigos, son textos que están siendo utilizados en la gran campaña que pretende aislarnos y preparar el terreno para una agresión militar de los Estados Unidos contra Cuba.

Nuestro pequeño país está hoy más amenazado que nunca antes por la superpotencia que pretende imponer una dictadura fascista a escala planetaria. Para defenderse, Cuba se ha visto obligada a tomar medidas enérgicas que naturalmente no deseaba. No se le debe juzgar por esas medidas arrancándolas de su contexto.

Resulta elocuente que la única manifestación en el mundo que apoyó el reciente genocidio haya tenido lugar en Miami, bajo la consigna Irak ahora, Cuba después, a lo que se suman amenazas explícitas de miembros de la cúpula fascista gobernante en los Estados Unidos.

Son momentos de nuevas pruebas para la Revolución cubana y para la humanidad toda, y no basta combatir las agresiones cuando son inminentes o están ya en marcha.

Hoy, 19 de abril de 2003, a cuarenta y dos años de la derrota en Playa Girón de la invasión mercenaria, no nos estamos dirigiendo a los que han hecho del tema de Cuba un negocio o una obsesión, sino a amigos que de buena fe puedan estar confundidos y que tantas veces nos han brindado su solidaridad.

Firmado por:

Alicia Alonso

Roberto Fernández Retamar

Miguel Barnet

Julio García Espinosa

Leo Brouwer

Fina García Marruz

Abelardo Estorino

Harold Gramatges

Roberto Fabelo

Alfredo Guevara

Pablo Armando Fernández

Eusebio Leal

Octavio Cortázar

José Loyola

Carlos Martí

Raquel Revuelta

Nancy Morejón

Silvio Rodríguez

Senel Paz

Humberto Solás

Amaury Pérez

Marta Valdés

Graziella Pogolotti

Chucho Valdés

César Portillo de la Luz

Cintio Vitier

Omara Portuondo.”

 

Un gran abrazo,

Félix José Hernández.

¿Cuba con Coca Cola?

Selecciones Cubamatinal / Venturas y desventuras del trabajo por cuenta propia. Memoria y presente de un experimento social

 

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Cubamatinal/ Ahora que el gobierno de La Habana se empeña –no demasiado- en dar una imagen de cambio y apertura que, sinceramente, sólo es visible con lupa y con una gran predisposición a ver lo que no existe; sería bueno recordar la historia reciente de montajes similares.

Por Miguel A. Garcia Puñales

Madrid, 30 de septiembre , 2008/ Desde las primeras confiscaciones de propiedades por parte del actual desgobierno de Cuba, y a pesar de que verbalmente se dirigieron sólo a «los monopolios extranjeros, los explotadores vinculados a la tiranía, etc.», se limitaron de manera drástica las posibilidades de que los ciudadanos pudieran ejercer de forma libre, no ya actividades económicas complejas, sino hasta un simple oficio.

El proceso de expropiación que tuvo su guillotinado final el 13 de marzo de 1968, con la promulgación de la «Ofensiva Revolucionaria», permitió al Estado cubano no sólo el monopolio de la pequeña propiedad, sino también del trabajo ajeno.

No fue hasta mucho después —últimos años de los setenta y los dos primeros años de la década siguiente— que se otorgaron licencias para el desarrollo de actividades de trabajo por cuenta propia. Hasta esa fecha, sólo se mantuvieron como trabajadores independientes los pequeños agricultores —soportando las presiones para la entrega de las tierras a las cooperativas y con la comercialización de sus productos también monopolizada por el Estado— y algunos sectores de transportistas, que a duras penas subsistían.

«Merolicos», el término con el que comenzaron a conocerse en esta etapa a los nuevos
comerciales urbanos, fue un bautismo popular adoptado de la terminología mexicana, popularizado por un bodrio de telenovela de la época: «Gotita de gente».

Como llegó a ser regla no escrita, la tendencia de las diferentes manifestaciones del trabajo «cuentapropista» derivaron, por una parte, hacia la producción y comercialización de útiles de todo tipo, y por otra, hacia la producción artesanal «artística». La primera, bajo control de los órganos económicos del Poder Popular y sus cuerpos de inspectores; la segunda, en el entorno de la Plaza de la Catedral, predio de Eusebio Leal.

En esta primera ola «liberalizadora», cuando llegó el momento de «recoger cordel», los primeros chivos expiatorios fueron los artesanos; antes, incluso, que se declarara por
decreto la extinción del Mercado Libre Campesino.

La «Operación Macramé» llevó a prisión en 1981 a numerosos artesanos, zapateros fundamentalmente-, que vieron asaltados sus hogares por la policía, en horas de la madrugada —en franca violación de la Ley de Procedimiento Penal que proscribe los
registros en horarios nocturnos y sin testigos, como fue el caso—, sólo antecedidos de
una pregunta: «¿Vive en la casa algún militante del Partido (comunista)?». Una respuesta
en positivo invalidaba automáticamente la actuación policial.

Mucha gente fue a parar a prisión por ejercer con licencias de producción que no eran acompañadas, al momento de su emisión, por los mecanismos de comercialización de materias primas, indispensables para su puesta en marcha. Así, la inducción al delito por parte de las instituciones estatales terminó como siempre, rompiéndose por la parte más débil de la cuerda.

Sólo mucho tiempo después, y apremiado por la más profunda crisis de su accidentada  historia, el actual gobierno (¡Qué eufemismo, si desde que tenemos memoria es el mismo!) autorizó el renacer del trabajo privado.

Desde finales de 1992 se comenzó a percibir un resquebrajamiento de las normas coercitivas en el trasiego urbano. No así en el medio rural, donde nuevas leyes de expropiación de la tierra, como la penalización a la venta «ilícita» de productos del agro, se acompañaron de la militarización de grandes extensiones agrícolas y el establecimiento de guardas armados. Estos últimos, autores directos de más de un asesinato sobre la población hambrienta que intentaba redistribuir por su cuenta los muy escasos productos inexistentes en el mercado, a pesar de las «movilizaciones masivas», los «contingentes agrícolas» o los «planes de alta tecnología».

Incluso con salarios históricamente bajos, el dinero sin valor se acumuló en una población urbana que comenzaba a abandonar masivamente los puestos de trabajo, mitad por voluntad propia, mitad por el cierre impuesto de muchas empresas que se preparaban para la llamada «Opción Cero». Era imprescindible crear un mecanismo de auto satisfacción de necesidades, ocupación laboral y mental del pueblo, para evitar un estallido social previsible; el cual llegó a producirse en alguna medida el 5 de agosto de1994, con el conocido como «El Maleconazo».

Los apagones generalizados propiciaron lo que popularmente se bautizó como «la intifada», es decir, el apedreamiento nocturno de cuanta institución, comercio o propiedad estatal pudiera ser objeto de la ira popular. El malestar tomó visos de rebelión urbana, controlada en parte por una fuerte ofensiva policial y por el cada vez más acentuado aislamiento informativo entre distintas zonas de las ciudades. Este impidió el «efecto dominó» entre los diferentes focos urbanos de resistencia; aunque sólo en parte, pues «radio bemba» y las transmisiones masivamente escuchadas de Radio Martí se encargaron que, sobre todo en la capital, fuera una verdadera bomba de relojería.

Quizás un día, cuando se pueda acceder a los archivos de la policía política, se sepa cuán cerca o no se estuvo del derrumbe del régimen en esos días y cuánto influyó directamente en la población la espeluznante narración radiada del crimen cometido con los tripulantes y pasajeros del remolcador 13 de Marzo, en julio de 1994.

Desde un año antes de esa fatídica fecha, se hizo cada vez más frecuente que grupos de merolicos aparecieran por todas las poblaciones del país, fundamentalmente en la capital, sin ser molestados por la policía, con el apoyo tácito de los delegados de barrio del Poder Popular. Estos últimos no sólo facilitaron espacios públicos para el desarrollo de ferias populares, sino que además cobraron un «impuesto» por el espacio ocupado, casi siempre bajo el control de un jefe de brigada, es decir, un merolico más, responsabilizado en tratar directamente con las autoridades.

Los parques Córdoba, en la barriada de La Víbora; Santos Suárez, algo más al norte; Palatino, en las inmediaciones de la Ciudad Deportiva; la céntrica esquina de Calzada del Cerro y la Avenida de Boyeros; la calle Factor, en el municipio capitalino de Plaza; la calle Serrano y un sin número de locaciones dentro de la ciudad, fueron invadidas en cuestión de muy pocos meses por miles de emprendedores que suministraban a la población aquellos artículos y servicios que durante años el Estado fue incapaz de proporcionar.

Numerosos centros de trabajo abrieron sus puertas determinado día de la semana para que se comercializara en directo a sus trabajadores, los mil y un artículos que los nuevos buhoneros eran capaces de mover sobre sus bicicletas. ¿Quién otorgó permiso a un administrador estatal para este tipo de relación con el trabajo privado?

Visto en el tiempo, es fácil identificar que era sólo un remedio transitorio, no a las carencias populares, sino al malestar popular. Muchos miles de personas comenzaron entonces a ocupar su tiempo en tirar de sus más recónditas facultades creativas para producir y comercializar cuanto objeto fuera vendible. Esto era bueno para el Estado, que por propia conveniencia puso en marcha los mecanismos espontáneos de la producción mercantil, conocedor de que ésta se reproduce geométricamente.

«Hombre ocupado, enemigo anulado»; parecía ser la máxima de ese momento dentro de
la política del gobierno. Adicionalmente, se aprovechó la ola para dar la impresión exterior de que se abría a transformaciones liberalizadoras. Era muy común por esos días de 1993 observar grandes estampidas humanas de merolicos, al ver en
determinados momentos a un camarógrafo de la televisión grabando una feria. Todos
temían que fuera una encerrona de la policía para grabarlos y hacerles terminar como
sus homólogos de 1981.

Numerosos personeros del régimen —Carlos Lage, por ejemplo— fueron vistos en muchas de estas ferias acompañados por extranjeros. Hoy sabemos que «cabildeaban»
para convencer al mundo de que el gobierno cubano se estaba abriendo a su población,
cuando en realidad lo que les interesaba era sólo eso, convencer, para acceder a nuevas
fuentes de financiamiento, y ganar en credibilidad.

Las recomendaciones económicas del asesoramiento efectuado —a petición de la parte
cubana— por el ex ministro español de Economía Carlos Solchaga, se aplicaron al estilo
cubano. Es decir, se fabricó un bodrio ecléctico que permitió al entonces Ministro de
Exteriores -Robaina- propagar por el mundo que ya habíamos tocado fondo. Se le olvidó decir que el fondo cubano se comporta como los récords de Pipín: siempre pueden ser
superados en profundidad.

En ese mismo año de 1993 se decidió, al fin, legitimar el experimento. Fueron creados
los mecanismos de control, una agencia estatal específica para ello —ONAT—, que más
tarde serviría como aparato de estrangulación a los propios emprendedores, que sin
proponérselo sirvieron de mecanismo de compensación social a un sistema que se
encontraba en los estertores de la agonía.

De todos los espacios urbanos cubiertos por la nueva ola de comercialización, el más
importante, sin ninguna duda, fue la feria establecida en la calle G de la barriada de El
Vedado, en pleno corazón turístico de La Habana y a un kilómetro escaso de la Plaza
José Martí, es decir, a la vista del centro del poder estatal.

Sus orígenes, como los de otros grupos o «brigadas de artesanos», estuvieron relacionados con funcionarios del Poder Popular, y además, con dirigentes intermedios de la Unión de Jóvenes Comunistas.

Lo cierto es que para fines de 1994 —a pocos meses de la válvula liberadora que significó para el régimen la salida masiva de balseros y el «renacimiento» del mercado campesino— la feria de la calle G desplazó en importancia a la de la Plaza de la Catedral. Esta última seguía siendo controlada por el grupo de Eusebio Leal, mediante algunos mecanismos legales fortalecidos a tales efectos, después de la «limpieza» de 1981. Estos eran el Fondo de Bienes Culturales y la Asociación Cubana de Artesanos Artistas.

Los organizadores de la feria de la calle G vieron el filón que podrían representar, en las
nuevas condiciones, las elitistas limitaciones impuestas por grupos interesados en nuevos ingresos a la feria de la Plaza de la Catedral, y al hecho cierto de que la calle 23 y la propia calle G eran el centro geográfico del movimiento turístico de La Habana.

Nada habría tenido de extraordinaria con relación a otras ferias establecidas en la ciudad, si no fuera por el hecho de que la dirección de la «brigada» seleccionaba cuidadosamente los productos artesanos que allí se exponían a la venta, y que en el ámbito de las condiciones del momento, en la práctica funcionaba sólo con las leyes del mercado.

En poco tiempo, por sí misma, se convirtió en un polo turístico de la ciudad. Los guías de
los autobuses de turismo —previo trato con la dirección de la feria— incluyeron en su
itinerario la visita al «rastro» habanero. Diversos grupos móviles de empresas estatales
comercializadoras de comida rápida se desplazaban los sábados y domingos a un mercado seguro, que movía grandes cantidades de divisas, donde eran clientes desde
los turistas hasta los visitantes nacionales y los propios comerciantes cubanos que allí
exponían sus mercancías.

Pronto la feria se expandió, comenzando en la calle 23. Avanzaba por todo el amplio
paseo de G hasta casi llegar a la altura del Ministerio de Relaciones Exteriores, varias
calles más abajo, en dirección hacia el malecón habanero.

Sin embargo, en el tramo de la calle 23 y hasta el mausoleo al presidente José Miguel
Gómez, se estableció una nueva versión de la feria controlada por el Poder Popular y la
ONAT, con productos menos elitistas, desde el punto de vista artístico, pero con mucha
salida popular, que abarcaron desde zapatos hechos a mano hasta útiles del hogar de
todo tipo y función.

En torno a estas dos secciones de la feria se tejieron, de manera asombrosamente rápida, negocios de prestación de servicios y suministros destinados al personal de la feria y al público que la mantenía con vida.

Los aparcamientos de bicicletas comenzaron a florecer, así como las casas dedicadas al almacenamiento de mercancías y de útiles de venta -mesas, sombrillas, etc. -. Muchos hogares de los alrededores comenzaron a facilitar el uso de los servicios sanitarios por un módico precio y con unas condiciones de limpieza, por decenios olvidadas en los pocos lugares públicos que sobrevivían en La Habana.

Los comerciantes, que debían mantenerse hasta once horas bajo un sol de justicia, protegidos sólo por una sombrilla de playa, podían adquirir en su propio puesto de trabajo apetitosos menús, bebidas o aperitivos, servidos por los vecinos de las inmediaciones.

Al progresar la feria, los propios comerciantes crearon con sus ganancias un servicio de
seguridad que bloqueaba las acciones de los ladrones —tironeros—, y para ello identificaron al personal encargado de la custodia con una camiseta confeccionada
especialmente para ese servicio, y se adquirió un sistema de comunicación inalámbrico
que facilitó la tarea de los guardas.

Numerosos diseñadores gráficos comenzaron a ofertar sus productos, tales como
tarjetas de presentación, bolsas impresas con logotipos comerciales, cajas de embalaje
y los mil y un renglones que pueden complementar una actividad comercial de este tipo.
Algunas asociaciones legales en el país comenzaron a ofertar servicios de publicidad en
las páginas de sus revistas, y ya se hablaba de contactos directos con asociaciones de
comerciantes ambulantes y de ferias de otros países para intercambiar experiencias.

En su casi totalidad, los comerciantes de esta feria eran profesionales universitarios o
técnicos medios de alta graduación. Muchos llegaron a decir que ahora estaban en
Cuba, pero con Coca Cola.

Se equivocaron, eran sólo la élite de un numeroso movimiento social de supervivencia utilizado por el gobierno para sus fines, y que tiene sus últimas gradaciones en el infeliz jubilado que vende los cigarrillos de su cuota para intentar reunir el dinero que lo salve de la inanición, en un país donde sin dólares o sin ingentes cantidades de dinero nacional no se puede siquiera mantener una alimentación básica, digan lo que digan las amañadas estadísticas estatales.

El segundo domingo de mayo de 1995 marcó la fecha exacta del fin del utópico sueño, en el que por enésima vez y por necesidad impuesta cayeron los más activos y emprendedores miembros de la población urbana.

El presidente del Poder Popular en la ciudad paseó con bastante mala cara la feria en toda su extensión. Ya existían referencias de pretextos sobre el supuesto maltrato al inexistente césped, así como propuestas concretas de los comerciantes para pagar la remodelación de toda la jardinería de la calle y su mantenimiento permanente.

Los trabajadores por cuenta propia pagaron de sus bolsillos a las brigadas de limpieza que reorganizaban el aspecto del lugar en tiempo récord, a pesar de cotizar impuestos por el espacio público utilizado.

Ese día se comunicó a todos los comerciantes que la feria desaparecía por orden del gobierno. Comenzó un largo camino de dislocación de sus miembros en micro espacios, con las peores condiciones y bajo la mirada controladora y ambiciosa de la más grande red de inspectores corruptos de la que se tenga memoria.

Era menester llenar las tiendas vacías del gobierno, darle de comer a toda una burocracia apática y menesterosa, y sobre todo, ayudar a mantener al mismo régimen que generó las condiciones de empobrecimiento del país. Ya se consideraba a salvo la misma dictadura que en 1992 exponía que se necesitaban dos años para sobrevivir a la caída del muro, ¡ni ellos mismos creían poder hacerlo!

Llegaba la hora de las tiendas en divisas, de los oficiales reconvertidos en gerentes -con hijos residiendo en el extranjero representando el negocio familiar- en fin, de la Cuba con Tropicola.

Y no es que la bebida americana sea algo excepcional. Es que la cubana, confeccionada con azúcar amarga, tiene un sabor algo raro, quizás como la catalogó García Márquez allá por la década de los sesenta. Decía El Gabo por aquella fecha que tenía varios e imprecisos sabores; el mejor de todos, el sabor de las alas de una cucaracha.


Información vinculada: 

El Timo del Salario en Cuba

Cómo vivir con la memoria. Actitudes artísticas ante arquitectura y franquismo

Cartas a Ofelia/ Crónicas hispanas

Ignasi Prat_El mundo de los vencedores_series_2011_2016 (detalle)
Ignasi Prat Altimira. El mundo de los vencedores (serie), 2011-2016 (detalle)
Cortesía del artista y Addaya Centre d’Art Contemporani

 

Cubamatinal / León, 23 de abril de 2018.

 Querida Ofelia:

La Sala 1 del MUSAC, Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, alberga «Cómo vivir con la memoria. Actitudes artísticas ante arquitectura y franquismo», una exposición que presenta una selección de obras de 17 artistas contemporáneos españoles que, desde los años 90 del siglo pasado hasta hoy, han mirado a la arquitectura de la dictadura franquista por diversas razones, entre las que sobresale el hecho de su omnipresencia en la vida cotidiana y su capacidad de configurar tanto una memoria del pasado como una herencia en el presente.

Es por ello que algunos artistas contemporáneos recurren a ella para entender algunas cuestiones del pasado cercano y para construir nuevos imaginarios en torno a la significación de la dictadura, que permitan resituarla conceptual, icónica, emocional y políticamente. «Cómo vivir con la memoria» incluye 23 obras en diferentes medios -fotografía, vídeo, instalación, o dibujo-, de los artistas Toni Amengual, Sergio Belinchón, David Bestué, Albert Corbí, Juan Cruz, Domènec, Chus Domínguez, María García Ruiz, Alejandro S. Garrido, Iñaki Gracenea, Fran Meana, Rosell Meseguer, Txuspo Poyo, Ignasi Prat, Fernando Sánchez Castillo, Santiago Sierra, y Begoña Zubero.

En las obras y en la actitud de los artistas presentes en la exposición surgen preguntas sobre cómo interpretar las arquitecturas, los símbolos o los imaginarios; y sobre cómo convivir con ellos. Esas preguntas, que apelan al visitante, han determinado la selección de piezas que componen la exposición, que está dispuesta siguiendo algunas de las tipologías constructivas que ordenan y estructuran la vida personal y social: arquitecturas defensivas, militares y represivas, centros de educación, construcciones domésticas (casas particulares, pueblos de colonización, barrios para acoger la éxodo del campo a la ciudad, poblados para minorías racializadas), arquitecturas coloniales, grandes infraestructuras de ingeniería y, en la última parte de este periodo, edificios destinados al turismo.

La exposición toma su título del texto «Entrados ya en el último cuarto de siglo» (1978), de Rafael Moneo, en el que el arquitecto se pregunta: “¿Cómo ser capaces de vivir ahora con nuestra memoria?”, en referencia a la herencia arquitectónica a la vista en ese periodo que trataba de superar la inercia tardo franquista. La arquitectura tiene una fuerte impronta social, ya no sólo por cuestiones estrictamente prácticas, sino sobre todo, por aspectos simbólicos de gran alcance derivados de su presencia en el espacio público y en el imaginario colectivo. Es por ello que, especialmente en algunos momentos históricos como es el caso de la dictadura, la arquitectura es decisiva: en ella se plasma un modelo político, un modelo de desarrollo económico y una manera de dar forma a las instituciones que regulan la vida en sociedad (la familia, el trabajo, la universidad, los transportes, la defensa, etcétera).

Sin embargo, «Cómo vivir con la memoria» no es tanto una exposición de arquitectura de la dictadura, como una muestra de las construcciones visuales y discursivas que los artistas contemporáneos han producido en torno a ella. Citando, revisando, rememorando, criticando y poniendo en evidencia algunas de las arquitecturas del franquismo es cómo los y las artistas actuales acceden a la complejidad de los hechos, las imágenes y las construcciones, como una suerte de indagación en un pasado que todavía tiñe el presente.

Manuel Olveira Paz es, desde junio de 2013, director del MUSAC, Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León. Es licenciado en Historia del Arte en la Universidad de Santiago de Compostela (1987) y en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona (1994).

En 2010-2011 fue director de ‘Ágora’, Centro cultural para el progreso social de La Coruña; de 2005 a 2009 director del Centro Gallego de Arte Contemporáneo, CGAC; de 2001 a 2005 director de Hangar, Centro de producción y de artistas en residencia de Barcelona. En los últimos años ha comisariado las siguientes exposiciones: «Babi Badalov. To Make Art to Take Clothes Off (2017), “Cómo hacer arte con palabras” (MUSAC, 2016); ‘Valcárcel Medina. De ayer a hoy’ (MUSAC, 2015) y «Ver (re)velar. Usos y representaciones de lo inexplicable en MUSAC (MUSAC, 2015); en 2013 ‘Conferencia performativa: nuevos formatos, lugares, prácticas y comportamientos artísticos’ en MUSAC y “las bienvenidas están en todas partes” en el CAAC; en 2012 ‘Método: Montaje’ Fundación Luis Seoane La Coruña; 2009 ‘Parallel Walk en CGAC; 2008 ‘Otra geografía’ Centro Hispanoamericano de Cultura, La Habana; ‘Máis lugares’ en CGAC; 2007 ‘Julia Montilla’ y ‘Francesc Ruiz’ Fundación Luis Seoane; 2007 ‘Lara Almarcegui’ en CGAC. Ha escrito numerosos textos en catálogos y revistas especializadas. También ha publicado el proyecto editorial «Complot»(Ayuntamiento de Terrassa y hangar, 2004) y los libros de entrevistas «Entre-vista» (CGAC, 2008) y «Conferencia performativa» (MUSAC, 2014). Es asimismo autor de la novela «Todo el tiempo del mundo», publicada por la editorial Los Libros de Rocamadour en 2015 y del libro de poemas «Muero todos los días» (2015).

Exposición: Cómo vivir con la memoria. Actitudes artísticas ante arquitectura y franquismo.

Artistas: Toni Amengual, Sergio Belinchón, David Bestué, Albert Corbí, Juan Cruz, Domènec, Chus Domínguez, María García Ruiz, Alejandro S. Garrido, Iñaki Gracenea, Fran Meana, Rosell Meseguer, Txuspo Poyo, Ignasi Prat, Fernando Sánchez Castillo, Santiago Sierra, Begoña Zubero.

Lugar: MUSAC. Sala 1.Fechas: 17 de febrero -3 de junio de 2018.

 

Actividades en relación a la exposición:

Las cárceles y campos de concentración lugares de memoria, por Javier Rodríguez. Martes 15 de mayo a las 17:00 h.

Dirección: Avda. Reyes Leoneses, 24. 24008 León.

Teléfono: 987 09 00 007

Horario de apertura: Martes-viernes de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 h. / Sábados, domingos y festivos de 11:00 a 15:00 y de 17:00 a 21:00 h. Lunes cerrado por descanso semanal.

Un gran abrazo desde nuestra querida y culta España,

Félix José Hernández.