Selecciones Cubamatinal / A punto de ser descubierta una nueva enfermedad en Cuba: El SIDCA
Cubamatinal / El título del presente artículo bien pudiera estar indexado en alguna revista científica o en un cómic de ciencia ficción. En el primer caso, carece de estudios validados, que con la aportación de datos pertinentes demuestre una hipótesis de investigación. En el segundo tampoco es posible porque existen evidencias de enfermos y fallecidos que nos recuerdan que estamos en presencia de tragedias humanas de la vida real.
Por Miguel A. García Puñales
Madrid, abril de 2008/ Hemeroteca CM/ ¿Conoce alguien la relación proporcional del comportamiento medio de la morbi-mortalidad comparada entre los presos políticos cubanos y el resto de la población de la isla?
El segundo dato de la ecuación puede ser conocido (es un decir) por las estadísticas del
MINSAP cubano. El primero es una incógnita, nadie, ni los carceleros ni los propios interesados, ni su entorno (entre ellos algunos profesionales de la salud) ni el Exilio con sus posibilidades y recursos han emprendido un estudio – al menos no se ha hecho público sobre la invasiva, veloz y extensa epidemia que se cierne sobre los presos políticos cubanos no bien llevan un tiempo en las cárceles.
Ya se que alguien me dirá que en condiciones de internamiento carcelario todo vale, hasta fingir enfermedades y alarmar a los medios en busca de protección; también se que en algún caso se ha hecho y no viene a cuento sonrojar a nadie con el simple acto de hurgar en las hemerotecas.
Se trata de algo que empíricamente estamos observando; evidentemente, existe un Síndrome de Inmuno Deficiencia Carcelaria Adquirida. De comportamiento similar –quizás a lo que resultó una nueva enfermedad cuando “…en junio de 1981 se comunicó, en una revista científica, el primer caso de neumonía por Pneumocystis carinii en un paciente homosexual, este germen era hasta entonces muy poco frecuente salvo en sujetos con las defensas bajas. Casi simultáneamente se publicaron varios casos de sarcoma de Kaposi en pacientes jóvenes y los acontecimientos se sucedieron vertiginosamente. Ambas eran enfermedades raras que aparecían sólo en sujetos inmunodeprimidos, es decir, sin capacidad para defenderse de las infecciones y de algunos tumores. En pocos meses se describieron casos similares en otros países occidentales, fundamentalmente europeos, y cundió la alarma.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué de pronto aparecían casos raros entre la desenfadada y joven comunidad homosexual de San Francisco y Nueva York? Aunque los que vivieron aquel momento no eran conscientes de ello, eran los primeros días de un drama que llegaría hasta nuestros días…” . Hoy todo el mundo reconoce la existencia del SIDA.
¿Por qué vemos llegar a España a hombres tocados por enfermedades similares, procedentes del mismo grupo control; es decir, del presidio político cubano? ¿Por qué hemos visto recientemente morir en el exilio y dentro de la isla a sujetos procedentes del mismo universo?
La muerte es un episodio por el que todos pasaremos –menos mal- es, por así decirlo, la
más democrática de las políticas; llega a todos por igual. Sólo que adelantar ese tránsito
democrático A OTROS es – al menos desde la constitución del tribunal de Núremberg – un
delito.
Como las presunciones de delitos deben ser investigadas ¿Alguna vez veremos publicadas las estadísticas de morbi-mortalidad de la población carcelaria cubana, en especial la política? ¡Datos contrastables por supuesto!
Hasta entonces, hasta que podemos desechar – o no – las teorías del método búlgaro* y
otra tantas ¿Leyendas urbanas? que hablan de isótopos radioactivos como método de inducción de neoplasias en las ergástulas cubanas; hasta esa fecha, hacen muy bien las Damas de Blanco en reclamar a voz en cuello la libertad para su familiares. Y sus razones se basan en simple intuición empírica; los saben inocentes –ellos no asaltaron cuarteles vestidos con la ropa del ejército contrario contraviniendo las normas de la guerra civilizada, ni provocaron muertes, ni siquiera creen en la lucha armada como forma de obtención de objetivos políticos- y saben también mejor que nadie que el odio del sistema contra las ideas que ellos representan los están exterminando poco a poco, al menos en lo que al físico se refiere.
Saben que el Síndrome de Inmunodeficiencia Carcelaria Adquirida es un péndulo que se
cierne sobre las cabezas de aquellos que se encuentran el en oscuro pozo del presidio
político cubano.
● Metodo Bulgaro:
EL TRATAMIENTO BÚLGARO
Sólo lo ilusionaba el parto de la nuera. Al fin y al cabo, era el primer nieto y no quería morirse sin verle la carita. No pudo ser. El destino es casi siempre cicatero. A los sesenta y cinco, le faltaron unas pocas semanas de vida. Tras una larguísima agonía tres años de sufrimientos indecibles, Sebastián Arcos, uno de los héroes de la resistencia cubana durante la tiranía, ex luchador contra Batista y contra Castro, ex preso político, ex catedrático de la Universidad, fundador, junto con su hermano Gustavo y Ricardo Bofill, del Comité Pro Derechos Humanos, murió rodeado de sus hijos, de su mujer de siempre, la entrañable María Juana, de unos cuantos amigos forjados en los calabozos y en el infortunio. Fue un tipo bueno y duro, recto, de esos que no conocen la deslealtad ni la mentira.
Por Carlos Alberto Montaner
27 de diciembre de 1997
Pero no voy a hacer el panegírico de mi amigo Sebastián, cuya muerte siento como un latigazo, sino a aventurar una hipótesis terrible: es muy probable que a Sebastián Arcos le hayan inducido el cáncer en la prisión cubana en la que cumplía condena por su rebeldía política. A sus carceleros les gustaba presumir de ello. A Leonel Morejón Almagro se lo advirtieron: Te vamos a meter en la celda que ocupaba Sebastián, para
que te enfermes de cáncer como él .
Y lo cierto es que cuando Sebastián se quejaba del dolor de espalda y lo llevaban al médico de la prisión, el diagnóstico solía ser cínicamente benigno: No es nada; sólo las vértebras fatigadas, o los músculos . Al fin, cuando lo dejaron marchar al exilio, la metástasis era implacable, y el gobierno ya lo sabía. Por eso autorizaron su expatriación.
No querían otro mártir en las cárceles cubanas, y menos de esa dimensión internacional. Cuando llegó a Miami, apenas media hora les tomó a los médicos establecer el diagnóstico correcto. Ya no había posibilidades de curarlo. Cuando más, sólo se podía alargar su vida y reducir el dolor con una piadosa combinación de morfina y nervios cercenados.
¿Exagero? ¿Es este artículo un síntoma más del exilium tremens? Lea lo que sigue con extremo cuidado: hace diecinueve años, un joven biólogo cubano llamémoslo David desertó en el aeropuerto de Barajas. Viajaba de Bulgaria a Cuba con escala en Madrid, Fue tan hábil, que no solo se les escapó a los guardias de la seguridad cubana que lo acompañaban en el avión, sino que hasta escapó del aeropuerto sin ser detectado
por las autoridades españolas. Al día siguiente se presentó a la policía y contó su historia.
Esa misma tarde me la repitió con espeluznantes datos y señales: venía de Sofía, en donde la siniestra policía política de Zhikov le había dado un adiestramiento especial para inducir cáncer en adversarios a los que se había decidido eliminar por procedimientos no sospechosos. Lo llamaba el tratamiento búlgaro. Lo más sencillo me dijo es colocar un isótopo radiactivo en la silla habitual del objetivo ya hablaba la jerga de los servicios, o en una chaqueta que utilice frecuentemente, o en el colchón, o en el asiento del coche; al cabo de pocos meses hay una gran posibilidad de que se inicie un proceso canceroso en el mediastino .
Un isótopo radiactivo no es un elemento extraño. Casi todos los grandes hospitales los utilizan, paradójicamente, para combatir ciertas formas de cáncer, y son unos pequeños filamentos metálicos fácilmente escondibles. Lo ideal es colocarlo y luego retirarlo a los seis meses para que nunca queden señales del crimen .
¿ Ya lo has puesto en práctica? recuerdo que le pregunté bastante alarmado. -No, pero pensaba hacerlo tan pronto llegara a Cuba, si no conseguía desertar .
¿Algún disidente? indagué nervioso.
-No, me dijo con una seriedad absolutamente convincente; pensaba probar con mi suegra, una odiosa hispano-soviética que hizo trizas mi matrimonio . Afortunadamente, David conoció a una espléndida muchacha española, se casó con ella y hoy vive en Estados Unidos totalmente alejado de la innoble profesión aprendida de los búlgaros.
Más datos: en Cuba hay dos supersecretos laboratorios de alta seguridad en el reparto Siboney, ambos con cámaras de descontaminación, situados en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnológica, en los que se produce aflatoxina otra sustancia fuertemente cancerígena que afecta los pulmones, así como una variedad de armas tóxicas y químicas semejantes a las que aparentemente esconde en sus palacios el señor Saddam
Hussein, buen amigo de Castro y con quien comparte el odio a los gringos y el médico de cabecera, un eminente ortopeda, el doctor Alvarez Cambra.
¿Para qué esas armas? Para enfrentarse al imperialismo yanqui en caso de un conflicto militar. Esas, las químicas, las biológicas, como se ha dicho, son las bombas atómicas de los pobres. Incluso, hay algunas plagas que ya han sido ensayadas de la manera menos riesgosa: utilizando como modo de transmisión las aves migratorias que vuelan entre Cuba y la Florida en determinados períodos del año. Los experimentos en los que participó un ornitólogo cubano especialista en aves rapaces hoy radicado en el exilio se hicieron con ácaros poco dañinos, pero lo que se buscaba era saber la efectividad del medio de transporte.
Si era eficaz, en su momento los patos podían transportar virus y bacterias mucho más letales. Castro es un enemigo peligroso que solo se guía por su instinto de supervivencia, y no vacila en ordenar el asesinato de un adversario si cree que este presenta un riesgo potencial contra la estabilidad de su régimen.
Lo hizo, a tiros, con el comandante Aldo Vera, su ex compañero de lucha, en las calles de Puerto Rico, o con el abogado Torriente en Miami. Es probable que lo haya hecho, de manera más sutil, mediante la inducción de cáncer, contra Manuel Artime Buesa, su archienemigo de los sesenta, muerto a los 38 años con los pulmones inexplicablemente destrozados; contra Rafael García Navarro, anticastrista activo, económicamente poderoso, -socio y amigo de Rafael Díaz Balart, ex cuñado de Castro y la persona viva que más odia el dictador cubano-, desaparecido de igual manera a los 41 años, o, incluso, contra Mas Canosa, quien a los 53 años, y tras una vida saludable en la que no conoció el cigarrillo, descubre que solo le quedaban cinco años de vida puntillosamente exactos.
Tal vez algún día encajen todas las piezas del rompecabezas. O tal vez todo quede como un rumor que el tiempo irá borrando. Lamentablemente, los crímenes de Estado suelen ser perfectos . A mí me hubiera gustado escribir una sentida nota necrológica sobre Sebastián, pero sé que el mejor homenaje que se le puede hacer es contar lo que sabemos y lo que intuimos. Sebastián era un hombre bueno, recto y duro. Asívivió. Así supo morir.
(Firmas Press)